13 ago. 2025

Rossi, de aquellos que se extrañan

Solo periodistas de Bélgica y Escocia, del centenar procedente de treinta países que la revista francesa L’Équipe consultó, en diciembre de 1982, para deliberar el galardón de mejor futbolista europeo, no eligieron al italiano Paolo Rossi. El argumento de belgas y escoceses resulta interesante. Les parecía “ilógico” coronar a un delantero que disputó tan solo tres partidos antes de ser goleador del Mundial de España unos meses antes, un puñado más el resto de la temporada.

Más allá de que Bélgica sancionó por indisciplina a su inolvidable arquero Jean-Marie Pfaff, por lo que vio disminuidas sus posibilidades en segunda ronda; de que Escocia fue eliminada en primera fase, por mejor diferencia de goles, a cargo de la Unión Soviética; sobre sus periodistas disidentes en el consejo europeo flotaba no solo el sabor de la derrota, sino cierta inclinación moral en su voto. Es decir, el prontuario del toscano y a veces tosco anotador italiano.

En 1979, Rossi había sido sancionado a cuatro temporadas de suspensión, e incluso se había pedido su prisión, por participar de arreglos de partidos en el marco de apuestas deportivas, una actividad en que el Calcio italiano fue adelantado y ejemplo, también para Paraguay.

El delantero de la Juventus fue amnistiado unos meses antes de la cita mundialista. A ella llegaron incrédulos a los periodistas y los tifosi. La Squadra Azzurra fue eliminada en semifinales por Bélgica en la Eurocopa 1980, en suelo italiano. La consideración previa ubicaba a los dirigidos por Enzo Bearzot debajo de la Argentina de Maradona (vigente campeona), del Brasil de Sócrates, de la Francia de Platini.

Obstinación y gol. Pero el obstinado y discutidísimo entrenador no se sacó de la cabeza a Paolo Rossi, su bambino de oro en Argentina 1978. Era número puesto a pesar de la crucifixión mediática a que había sido sometido, en el caso de que le redujeran la pena como, finalmente, sucedió.

Contra Polonia, Perú y Camerún, en primera fase, Rossi no vio el arco e Italia solo hizo un gol en tres empates. En semifinales, el último año en que se mantuvo el sistema de dos grupos de tres, debía enfrentar a Argentina y Brasil. “Con Argentina tampoco es que las cosas mejorasen. Era el primer encuentro que conseguimos ganar, pero yo seguía sin ver muy bien la portería”, dijo en 2007 a El País de Madrid. Sus compañeros hacían chistes sobre su falta de puntería.

Pero contra Brasil Paolito explotó oportuno, letalmente. Ya contra Argentina había mejorado Italia, con base en la sorpresa. “Un artista del contrataque”, lo definió Maradona, fallecido también este año y contra quien compitió en el Calcio. Ante el Brasil de Telé Santana, Rossi perfeccionó su gran habilidad para estar en el sitio y la hora exactos: tres goles y a la final.

Como los futbolistas que dejan recuerdos indelebles, Rossi apareció también contra Alemania (3-1), la tarde de la consagración en el Santiago Bernabeu. Marcó siempre en los juegos decisivos.

Los escasos periodistas europeos que prefirieron a Giresse (ni siquiera a Platini), a Rummenigge o a su compatriota Conti en 1982, no vislumbraron acaso que dando la espalda a Rossi estaban haciendo lo mismo que en el futuro harían miles de técnicos y colegas, desde Guardiola hasta las divisiones formativas de cualquier ignoto club: despreciar al 9 de área, exquisito cuando es necesario, áspero si hay que serlo, goleador siempre, de aquellos que se extrañan. Paolo Rossi.


Vicenza y jugadores paraguayos
En Vicenza, equipo del Véneto, Rossi debutó en serie A como máximo goleador en 1977. Es una de las figuras históricas surgidas entre los biancorossi. En el mismo club militaron dos futbolistas paraguayos, en la década del 2000: Julio González Ferreira (2005), quien vivía en Vicenza cuando sufrió el accidente que lo alejó, finalmente, de las canchas; y Ronald Huth (2009-2010), el defensor central que todavía milita en. Ambos fueron protegidos de Francisco Ocampo, quien propició la denominación de Roberto Bettega para el desaparecido estadio de Tacuary. Bettega fue compañero de Rossi en el ataque de Argentina 1978.

6
goles convirtió Paolo Rossi en el Mundial de 1982, para ser el goleador de su equipo y del campeonato.

103
goles hizo en la serie A, defendiendo al Vicenza, Perugia, Juventus, Milan y Verona. Aquí se retiró en 1987, a los 31 años.

Sorprendió la semana con la partida de uno de los íconos de los mundiales.