La recordación de los muertos se realiza, entre otras actividades, con vigilias en los cementerios que marcan las noches y madrugadas del 1 y 2 de noviembre en muchos poblados, además de celebraciones religiosas en los campos santos.

Una mujer vista el cementerio de la localidad de Saquisilí (Ecuador), durante la conmemoración del Día de los Difuntos, un evento multitudinario en el que se conjugan diferentes rituales religiosos, acompañados de música y comida, para recordar a los fallecidos. EFE | Ampliar imagen
Miles de personas han acudido en los últimos días a los cementerios para adornar las tumbas de sus seres queridos, mientras otros, como los indígenas, visitan los cementerios con comida y bebidas para “compartirlas” con sus seres queridos sobre sus tumbas.
Ello porque para la cosmovisión indígena la muerte no es el fin de la vida, sino el paso a otro estado, por lo que llevan a las tumbas de sus seres queridos sus más apreciados potajes.
En algunas poblaciones, en especial en la zona costera del país, los familiares llevan serenatas a sus seres queridos fallecidos, mientras recuerdan el dolor de su partida y les dejan tarjetas y cartas.
En lo culinario, en esta época en Ecuador se consume la llamada “colada morada”, hecha a base de harina y diversas frutas, y las “guaguas de pan”, que en conjunto representan la sangre y el cuerpo, el pan y el vino de las celebraciones religiosas.
El potaje típico de esta época se consume prácticamente en todo el país con diferentes variedades en su preparación ya sea por la existencia de diversas recetas, por la exclusión de ingredientes o la sustitución de algunos como resultado de los altos costes de los mismos en los mercados.