“Lo único que quiero es empezar de nuevo. Pido a la gente y especialmente a los periodistas respetar la presunción de inocencia. Gracias a la prensa, en un momento dado me trataron de lo peor, pero no soy una persona rencorosa”, dijo la mujer en medio de lágrimas, tras conocer la decisión del Tribunal de Sentencia que la absolvió de las acusaciones de haber sido cómplice del principal procesado, Bruno Marabel, finalmente condenado a 30 años de cárcel y 10 de seguridad por el asesinato de cinco personas en la llamada Casa del Terror.
El cuestionamiento de la mujer instaló nuevamente diversas posturas acerca de en qué medida los periodistas, los medios de comunicación y sectores de la misma sociedad, incluyendo a las propias autoridades, respetan derechos básicos como la presunción de inocencia y el derecho a la intimidad, frente a otros derechos como la libertad de prensa y de expresión, como la necesidad de informar sobre cuestiones que interesan a la opinión pública. Al respecto, el abogado constitucionalista José Casañas Levi expuso puntos importantes durante su participación en el programa En voz alta, por Radio Monumental y el canal Noticias Paraguay, el martes.
“La libertad de expresión y de prensa, como el derecho a la intimidad y la presunción de inocencia, son derechos constitucionales y ninguno está por encima del otro. Ambos tienen que ejercerse libremente y todos tenemos derecho a una información veraz, pero también a que se respete el derecho a la autodeterminación al obtener esa información. Es decir, uno no puede obligar a una persona a que diga algo que no quiere decir. Si la persona no quiere que un periodista le tome fotos o le haga preguntas, tiene derecho a eso. Los periodistas tienen la obligación ética de respetar ese derecho, pero a la vez tienen el derecho de informar”, indicó Casañas Levi.
La cuestión resulta clave. La prensa debe saber combinar el respeto a las leyes y a los principios éticos, principalmente en lo concerniente al derecho a la intimidad de las personas, pero sin sacrificar la libertad de expresión y la necesidad de informar, que es una garantía básica para contribuir a la transparencia en una sociedad democrática. En ese delicado equilibrio se deben cuidar la responsabilidad y la calidad del periodismo.
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