“Las especialidades culinarias de Alepo son conocidas en todo el mundo”, cuenta orgulloso César Asfar, cuyo restaurante abrió sus puertas el miércoles en Tournus, en la región de Borgoña, en el centro-este del país.
En la cocina, César prepara tabule, baba ghanush, falalel, shawarma y knafeh. Su mujer Rima se encarga de servir las mesas.
Las paredes del restaurante están decoradas con fotos de su ciudad de origen, una de las más hermosas de Siria antes de que fuera devastada por la guerra civil.
En Alepo, Rima era profesora de artes plásticas y su marido era director comercial de una compañía japonesa. Pero a finales de 2014, la vida se volvió demasiado complicada en la ciudad, dividida entre barrios rebeldes y zonas controladas por el régimen del presidente Bashar Al Asad.
“Perdimos nuestro trabajo y la casa que nos estábamos construyendo”, explica Rima, que también recuerda el peligro diario de los bombardeos que caían en la ciudad, contra los hospitales, las escuelas. afp