¿Por qué escribo todos los días?
La gota que horada la piedra – Pa’i Oliva
Editorial Servilibro
Desde hace 20 años, todos los días, escribo un breve artículo para algún diario. Ahora, en el Paraguay, lo estoy haciendo para Última Hora. ¿Por qué?
En el fondo es una decisión de los tiempos de universidad. Si hubiera elegido entonces tocar un instrumento musical, ahora todos los días, no lo dudo, gozaría tocando la guitarra o el violín. Hoy, en el escribir diariamente experimento como la alegría de componer una canción. Escribiendo encuentro belleza, ritmo, amor, mucha alegría, realización propia, unión con todos los que me vayan a leer en el mundo entero. Con todo ello, me siento profundamente acompañado.
Pero, la pregunta que suelen hacerme es otra. ¿Por qué escribes todos los días, pero tan breve, apenas 18 líneas?
Escribo brevemente porque, desgraciadamente, en nuestros tiempos pocas personas leen los artículos largos aunque estén maravillosamente escritos. ¿Influjo de la imagen? ¿Pereza mental? ¿Falta de tiempo o interés?
Escribo brevemente, sobre todo, por las dos teorías que tengo profundamente internalizadas.
La teoría de la gota de agua que horada la piedra. Escribiendo todos los días, brevemente, puedo repetir un tema y otro tema y muchos más, porque todos son variantes de una realidad que poco a poco vamos comprendiendo hasta hacerse nuestra.
La teoría de que, más que lo que se dice, el lector buscará qué dice tal persona concreta, como con quién coincide en ideales. Hay como una comunión entre el que escribe y el que lee. Una suerte de amistad aunque nunca nos hayamos visto. Es como un diálogo ininterrumpido y que alguna vez se completa cuando tengo la suerte de que alguien me diga: “Lo leo todos los días”. “Nos encontramos dos viejos amigos”.
Escribo cada día para expresar lo que siento en este momento. Para decir gracias a Dios por la suerte que tengo de estar en contacto con la gente. Para expresar mis reparos a un mundo todavía injusto e inseguro. Para no perder la esperanza de una vida mucho mejor. Y, principalmente, porque creo que el ser humano es el centro de la vida misma, y que como tal tiene derecho a salud, educación y techo propio, para lo cual no bastan las ideologías ni las buenas intenciones, sino pasar del dicho al hecho, que es el mensaje que busca transmitir con el valor de la teoría -las escrituras- y el esfuerzo diario que hacemos con los jóvenes en Mil solidarios y el Bañado Sur.
De una cosa estoy bien seguro, escribiré hasta el último minuto de vida. Dios quiera que por muchos años más. Así sea.
Pa’i Oliva