21 jun. 2025

“Solo nos queda esperar que el agua se lleve lo poco que tenemos”

Miles de familias abandonarán sus hogares a causa de las inundaciones. Los afectados rehúsan a mudarse, alegando que el proyecto de auxilio de la Municipalidad no dará abasto. No quieren ir lejos por temor a saqueos.

Alejandra Vázquez
avazquez@uhora.com.py

Yendo por el camino “Caracolito”, a lo largo de una empinada bajada curvilínea, se llega al Bañado Sur. Allí, los habitantes, conocidos como “los de abajo”, viven una hostil realidad rodeados de mugre, desidia y olvido.
Como si las condiciones ya no fueran lo suficientemente desfavorables, a todo lo citado se suma el advenimiento de la inundación. De acuerdo con reportes de Meteorología, se espera un gran crecimiento del río Paraguay a mediados de mayo y comienzos de junio.
Sin embargo, muchas zonas ya podrían verse severamente afectadas a finales de este mes.
Ante la inminente inundación, miles de familias de las zonas más pobres de Asunción, incluidas las siete comunidades del Bañado Sur, tendrán que peregrinar a sitios secos. Por más de que no quieran hacerlo.

DESOLADORA REALIDAD. Clementina Alvarenga, una de las lugareñas del Bañado Sur, tiene 13 hijos. Con ella viven también sus nietos. Juntos suman 17 personas bajo el mismo techo. Cuando las aguas suban, y la zona se vuelva inhabitable, tendrán mudarse con lo que logren rescatar.
“Ya pasamos por otras inundaciones y siempre es lo mismo. Llega un día en que te despertás con los pies bajo agua y no tenés otra opción más que irte”. Sin embargo, nadie quiere abandonar su hogar. “Lo primero que hacemos es quitar las puertas, porque si las dejamos son robadas. Si tenemos chapas las llevamos y por el camino ya se rompen todas. Los colchones se mojan, y después tienen olor. Usamos hules que no aguantan mucho tiempo y se pierden nuestras ropas. En fin, es un caos”, comenta Clementina.
La vuelta, después de meses, es todo un dilema aparte. “Hay que empezar de cero porque incluso la estructura de nuestras casas se arruina. Hasta los marcos de las puertas y ventanas, e incluso las tejas, nos roban”, revela.
Otro agravante es la educación de los niños y jóvenes que hacen a la mayoría de este tipo de zonas. “Nos mudamos y estamos todos encimados. Durante la última inundación fuimos 14 en una casita. Ahora vamos a ser 17. Si uno se enferma le contagia a todos. Encima la escuela queda lejos y a veces las criaturas terminan perdiendo el año”.
Por más de que improvisadas aulas de Fe y Alegría (fundación que se dedica a atender educación de menores carenciados) sean montadas en el predio de la Iglesia San Pedro y San Pablo (la parroquia de la zona), llegar hasta allí implica un gran sacrificio que muchas veces deriva en deserción escolar.
“Más allá de los proyectos que tenga la Municipalidad, a la hora de la verdad sabemos que tendremos que improvisar porque somos muchos más de lo que ellos calculan”, señala doña Clementina, a la espera de la partida, y un nuevo y difícil comienzo. “Solo nos queda esperar que el agua se lleve hasta lo poco que tenemos”, concluye.

Puntos discordantes

Lourdes Báez, coordinadora del Consejo Municipal para Emergencias y Desastres de Asunción (Comueda), explicó que se tiene un proyecto para la atención de los afectados por la crecida del río. Uno de los puntos señala que el predio policial de la FOPE albergará a unas 500 familias de la Comunidad de Santa Ana - Bañado Sur. Sin embargo, la vicepresidenta de la Mesa Líder de la Comunidad Cristo Solidario, uno de los grupos barriales de la zona ribereña, afirma que los campamentos para los afectados no darán abasto. “Cuando la intendenta vino se sorprendió por la cantidad de gente que había acá y ahí nos dimos cuenta que no entendía nuestra situación”, señala. La dirigente afirma que el predio de Itá Enramada, asignado para su comunidad, queda muy lejos de la escuela y que el número de afectados no será de 2.000 personas, como prevé Comueda. “Serán casi 7.000 familias, es decir cerca de 20.000 personas”, asegura.