07 sept. 2025

“Quiero ser famosa sin que nadie lo sepa”

Josefina Plá

Josefina Plá

  • Ernesto Bullrich - 15 de agosto 1981

En una tarde de frío, con la lluvia golpeando los cristales de la ventana desde la que llegaba el verdor de un jardín reluciente, junto a la cual estábamos sentados, Josefina Plá tomó la decisión de hablar de sí misma, de sus posibilidades y sus recuerdos; de una vocación -la medicina- abandonada por otra más versátil quizá y más, mucho más dolorosa: la literatura.

Cuándo nació Josefina Plá?

–Nací un día de noviembre a las doce del día. En realidad, no sé si el hecho de que el sol estuviera en su cenit me trajera algún provecho en la vida, pero así fue. El lugar: la isla de Fuerteventura, la isla del destierro y los camellos.

–¿A qué edad comenzó a escribir?

–A los seis años, aunque afortunadamente entonces no publicaba. Lo hice más tarde, pero no tanto: a los doce años, un poema.

–¿Cuándo decidió que la literatura seria parte de su vida?

–La literatura no es parte de mi vida, sino su esencia. Es la vocación, y la vocación es la razón por la cual uno existe, ella nos determina por sí y para sí.

–Hay un lugar común que indica la posibilidad de que todos los comienzos fueron difíciles. ¿Lo fue para usted?

–No, en absoluto. La edición de mi primer libro la pagué yo...

–Escribir, ese arte tan maravilloso, ¿es un desgarramiento o un alivio para J. Plá?

–Ambas cosas a la vez, pese a su aparente contradicción. Es un aclararse del espíritu y, al mismo tiempo, un desgarrarse de las potencias. Eso, al menos, cuando se escribe porque hay una necesidad por hacerlo: escribir para distraerse o pasar el tiempo, es algo desconocido para mí.

–¿Está satisfecha de la obra que hizo hasta ahora?

–No –y su “no” es rotundo– porque siempre pudo hacerse mejor.

–Su anterior libro, El Espejo y el Canasto, tuvo la fervorosa adhesión de sus lectores. Para los que no lo conocen: ¿qué es?

–Es un libro de cuentos, escrito hace muchos años –sonríe mientras comenta que:– “los dos más jovencitos tendrían que celebrar ahora su cumpleaños de quince”. Esto se debe –agrega– a que no soy muy prolífica en lo que se refiere a narración y, además, está el hecho de que mis cuentos nunca han tenido demasiada salida en los suplementos, en los diarios, las revistas... aunque –dice– tampoco hice jamás demasiado esfuerzo por publicar mis cosas. No es por orgullo ‘ni timidez’, sino algo parecido al fatalismo.

–Pese a eso, es una de las escritoras más famosas del Paraguay, su nombre ya ha traspasado las fronteras…

–En primer lugar, no quiero decirlo. Además, no debe decirlo, no me gusta decirlo, y me gusta poco que lo digan los demás, porque ello expone a disgustos. Yo quiero ser famosa sin que nadie lo sepa.

–En una oportunidad, Poldy Bird dijo en un reportaje que hay personas que escriben para ser leídas y quieren ser leídas para ser conocidas, y quieren ser conocidas para que se las quieran...

–Sí, en el sentido de que la comprendan. Si a uno lo comprenden, lo quieren. Pero, ante todo, uno escribe o crea algo para expresarse, porque tiene esa necesidad. Lo demás es una derivación, una consecuencia. Aquel que en el momento de escribir está pensando en que va a ser leído o representado (en el caso del teatro), no está creando sinceramente,

–Su último libro acaba de presentarse, espero que haya tenido la suficiente difusión...

–Eso no lo sé. Prefiero entrar en otros detalles, como que se llama “Follaje del Tiempo” y que fueron tres amigos míos los encargados de que naciera, bajo el sello editorial de Napa. Fue presentado por Guido Rodríguez Alcalá, y por la editorial habló Juan Bautista Rivarola Matto.

–¿Qué piensa del best-seller?

–Hay best-sellers que son buenas obras literarias, aunque la mayoría no lo sea porque responde a una circunstancia, a una corriente de interés que el escritor percibe y entonces se despierta en él la codicia. Escribe para ser leído, es decir, para vender su obra. Estoy convencida: muy pocos best-sellers han de perdurar.

–¿Puede vivirse de la literatura?

–No. Si entramos en el terreno de la literatura periodística, por supuesto. O el caso del teatro.

–Usted ha escrito cuentos, poemas, obras de teatro: ¿en qué genero se siente más personalizada?

–El hecho de que escriba todo eso, en cada una de esas formas, es porque deseo realizarme, en esa forma y no en otra, en ese momento. Además, no puedo vivir sin escribir...

–¿Hay una nueva generación de escritores?

–Sí. Existen generaciones en el sentido de jóvenes contemporáneos, de una formación semejante, que viven dentro de una misma circunstancia. Ahora bien, si por generación entendemos un plantel de capacidades, potentadas en forma de que puedan dejar huella de su paso por la literatura de un país, con respecto a las generaciones surgidas después del ’70, habría que discutirlo. Hay jóvenes poetas muy meritorios. Y con respecto a esta pregunta, hay otra que quiero formular, para ver si alguien puede responderme: ¿Por qué en un momento universal en el que se lee tan poca poesía surgen tantos poetas? Nunca se ha escrito tanta poesía como ahora y se ha leído menos. Arriesgo una respuesta.

–¿Hay una nueva generación de escritores?

–Sí. Existen generaciones en el sentido de jóvenes contemporáneos, de una formación semejante, que viven dentro de una misma circunstancia. Ahora bien, si por generación entendemos un plantel de capacidades, potentadas en forma de que puedan dejar huella de su paso por la literatura de un país, con respecto a las generaciones surgidas después del 70, habría que discutirlo. Hay jóvenes poetas muy meritorios. Y con respecto a esta pregunta, hay otra que quiero formular, para ver si alguien puede responderme:¿Por qué en un momento universal en el que se lee tan poca poesía surgen tantos poetas? Nunca se ha escrito tanta poesía como ahora y se ha leído menos. Arriesgo una respuesta.

–¿Será porque la gente sufre más...?

Asiente, casi imperceptiblemente.

–El coro de los alaridos del Apocalipsis –dice– mientras ríe.

Agrega: –Yo soy un poco apocalíptica, no me haga caso. Tengo muy poca fe en el mundo que avanza. Tecnológicamente, creo que somos capaces de cualquier cosa. No me extrañaría que antes de cinco años estuviésemos alquilando hoteles en la Luna. En cambio, dudo de que en cincuenta o en quinientos años aprenda el hombre a vivir en paz, que es su razón de ser sobre la tierra.

–¿Cree en Dios?

–Soy profundamente religiosa. Para mí, creer en lo trascendente es esencial, y creo que es eso lo que le falta al hombre de hoy: el sentido de la trascendencia.

–¿Cuántos libros ha publicado?

-Veinticuatro o veinticinco. Si contamos las “separatas”, pasan de los setenta. Entre ellos, un libro que aún no ha sido publicado en castellano, sí en inglés: The British in Paraguay (Los Ingleses en el Paraguay); y un libro de obras de teatro, premiado en un concurso y que no salió a la circulación porque estuvo muy mal hecho, técnicamente hablando.

–¿Qué escritores influyeron en usted?

–No sé, nunca me sentí en la situación de escribir un libro a la manera de otro autor. Desgraciado del escritor que cuando escribe, lo hace influenciado por alguien. El mismo tiene que obedecer a ese impulso interior puro que en un momento dado le dice: ¡Escribe, y no porque acabe de leer a tal o cual autor.

–¿Qué podría aconsejarles a los jóvenes poetas que deseen escribir?

–Que cuando escriban un poema, lo guarden en el cajón de su escritorio. Si a los seis meses vuelven a leerlo y piensan que no hay nada para corregir... Malo, muy malo...

El día, afuera, seguía lluvioso y gris. Josefina Plá me acompañó a la puerta casi tan feliz como yo, a pesar del día. La nota estaba hecha.