“Jerarcas rigoristas liderados por el cardenal Burke y por el ex nuncio en Washington Carlo María Viganó tiran a dar al Papa. Pretenden matar moralmente a Francisco y hasta se atreven a lanzarle la petición de su renuncia por motivos disciplinares. ¿Quién es este nuevo acusador del Papa que se ha unido a la escuadra de los rigoristas? El arzobispo Viganó es un alto curial, hijo de una acaudalada familia italiana. Es ordenado sacerdote en 1968 y, de inmediato, entra en la carrera diplomática, para ocupar puestos destinados al alto clero”.
“Ejerce puestos importantes, pero se le frustra su carrera cuando es enviado de nuncio a los EEUU. Solo ahora, décadas después, lanza su yo acuso, resentido con el papa Francisco. De él esperaba que lo asignase, por fin, a un alto puesto curial”.
“Despechado, Viganó se une al coro de los rigoristas que arremeten por todos los medios contra el Papa y contra su revolución del Evangelio. Están que trinan, que echan las muelas. No soportan que el Papa de Roma les descabalgue de su cristianismo doctrinario e ideológico. Ya no aguantan más”.
“Dan vergüenza y pena. Se desacreditan solos, rompiendo la comunión afectiva y efectiva con Pedro. Se retratan ante los de dentro y pasan por trogloditas ante los de fuera. Y, en consecuencia, contribuyen decisivamente a que aumente el enorme flujo de creyentes (y no creyentes) que admiran e intentan seguir la ternura de Francisco. Sin quererlo, Viganó y los suyos fortalecen al Papa y a todos los que se identifican con su ‘revolución de la ternura’. ¡No le doblarán el pulso! Le asiste el Espíritu del Señor, que lo fue a buscar al ‘fin del mundo’ para que repare su Iglesia. Y la reparación no ha terminado”.
Agradezco a José Manuel Vidal estas líneas sobre un cardenal que por razones personales está atacando a Francisco.