03 ago. 2025

Quien miente roba, quien roba…

El ser humano está sujeto a tentaciones, la vanidad, la avaricia, la fama, el poder, la riqueza y muchas otras; nuestros valores y principios, aquellos que rigen nuestro actuar, como la ética y honestidad, constantemente son puestos a prueba.

En el mundo de los negocios, las variables del contexto y las permanentes propuestas de incentivos perversos pueden parecer la salida rápida hacia el éxito y la fortuna, en muchos casos escudados incluso en la misma supervivencia, pues ante el entorno de la informalidad económica reinante, resulta penosamente difícil sostener emprendimientos formales y competir ante tanta desigualdad de condiciones.

La corrupción está presente en nuestra sociedad de manera evidente, aunque usualmente minimizada en coimas para facilitar un trámite, en el contrabando hormiga que se justifica en el “aichenjárangismo cultural”, como muchas otras cosas que son perdonadas socialmente de la misma forma. Pero en el mundo de los grises, las excepciones y las excusas, la corrupción va escalando en un submundo oscuro, codeándose en niveles de mafia y crimen organizado, donde hasta la vida humana tiene un precio y es desechable acorde a los poderosos intereses de los negocios malhabidos.

La corrupción y la maldad sin límites han estado presentes en toda la historia de la humanidad y continuarán mientras tengamos debilidades materiales por sobre los valores humanos, al fin y al cabo, el refrán popular lo sentencia fuerte y claro: el que miente roba y el que roba mata.

En este escenario enrarecido política y socialmente, debemos construir un clima de negocios que se ha visto reanimado con la noticia de que Paraguay ha aprobado el examen de Gafilat, con una evaluación moderada en el sistema de prevención y combate al lavado de activos.

La corrupción existe y es un hecho, lo que no podemos permitir es la impunidad, la que está amparada con debilidad institucional sistémica y un Poder Judicial inepto e ineficiente. Ese es el núcleo del problema. Basta de impunidad, los paraguayos honestos y patriotas, exigimos justicia como base para la construcción de negocios y empresas prósperas y formales, para la creación de empleos dignos, así como lograr la atracción de inversiones en un ambiente propicio y con seguridad jurídica.

Instamos a los empresarios a ser coherentes en sus acciones con sus principios éticos, anteponiendo nuestro buen ser y bien hacer al efímero buen pasar, para dejar un legado sustentable a las próximas generaciones.

Demandamos a las autoridades cumplimiento del mandato constitucional para el cual han sido designados, decidiendo de manera implacable ante actos de corrupción, mafia y crimen organizado. El Paraguay se merece patriotas en cargos de tanta relevancia para cuidar el presente y custodiar el futuro de la nación. El Señor bendiga al Paraguay e ilumine con decisiones de bien a sus gobernantes.