Cuando el reloj marca las 0.00 y en las casas se brinda por la llegada de la Navidad, en el Centro de Emergencias Médicas (CEM) van llegando los lesionados o quemados por el uso de petardos de todas las potencias existentes desde los más inofensivos hasta los más sofisticados.
Una semana después, la escena se repite y entre los afectados llegan niños de solo 1 año con la mano destrozada o con quemaduras en el brazo, cuello, hombro, tórax, cara o en el peor de los casos queda con sordera, producto del estruendo.
Los registros indican que el 45% de las lesiones por pirotecnia afecta a niños menores de 15 años. En total, en el 2012 fueron atendidos 10 casos, y estos requieren un mínimo de 3 meses de tratamiento para la curación de las heridas y luego se inicia un largo proceso de rehabilitación. En caso de ser posible, atendiendo que lograr el 80% de la funcionalidad de la mano afectada es difícil, acota el doctor Jesús Marín, jefe del Servicio de Cirugía de Manos del CEM.
El paciente requiere de al menos tres cirugías y meses o años de terapia de recuperación de la funcionalidad una vez que sana la herida. Afirma que los accidentes con los explosivos por lo general guardan relación con el abuso de alcohol, en el caso de los adultos por la manipulación irresponsable, situación que deja aún más vulnerables a los niños que no son atendidos, hay descuido y ocurren los accidentes con quemaduras o lesiones.
Daño. Marín comparó la potencia de la detonación de un 12x1 que si alcanza una mano equivale a la caída de 6 o 7 heladeras sobre la mano. También están las estrellitas o los fosforitos a los que se les considera inofensivos y son utilizados por los más pequeños, lo que tampoco es recomendable porque también contienen pólvora.
“Los padres beben alcohol y los niños quedan expuestos en las casas y estos dicen ‘yo le doy fosforito o estrellita nomás’, ¿y qué creen que contiene la estrellita?”, cuestiona Marín y explica que el alambre está cubierto por pólvora y clorato, el metal se quema y transmite calor y es cuando se quema la pulpa digital (yema de los dedos) que es la parte más sensible de los dedos desde el punto de vista médico.
“Son células nerviosas que se destruyen y queda una secuela que se llama la hipoestesia, pierde la sensibilidad y se producen lesiones tocando frío, calor. Muchos minimizan las consecuencias, pero luego puede venir el proceso infeccioso del paciente que es lo más grave”, señala.
El profesional lamenta que a pesar de todos los casos graves que se atienden cada año, las personas no tomen conciencia. Respecto a los adultos, muchos quedan impedidos para trabajar y los niños deben empezar de cero la educación a nivel superior con la motricidad fina y gruesa.