Rusia aseguró en la ONU que no desea una escalada militar con Polonia, pero la realidad es que Varsovia ha logrado que la OTAN refuerce el flanco oriental con más tropas, una de las causas originales, según Moscú, del actual conflicto en Ucrania.
PUNTO MUERTO. A día de hoy, la paz parece más lejos que nunca. El portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, reconoció que las negociaciones atraviesan una “pausa”, un eufemismo para constatar que están estancadas.
La tercera ronda de negociaciones tuvo lugar el pasado 23 de julio y concluyó, igual que las dos anteriores, sin mayores resultados, aparte de algún acuerdo de intercambio de prisioneros y cadáveres.
El ultimátum del presidente de EEUU, Donald Trump, devolvió a rusos y ucranianos a la mesa de negociaciones, pero la cumbre de mediados de agosto en Alaska echó por tierra seis meses de trabajo para que Putin declarara un alto el fuego.
El único compromiso de Moscú fue que muy probablemente el ministro de Exteriores, Serguéi Lavrov, sea el que encabece la delegación rusa en la próxima ronda, pero es que el veterano diplomático es a día de hoy uno de los mayores halcones de la política rusa.
ESPERANDO A TRUMP. Los europeos están poniendo de su parte, pero no se lanzarán al vacío en Ucrania con botas sobre el terreno si la Casa Blanca no respalda las garantías de seguridad para Ucrania.
Además de negarse a reunirse, sino es en Moscú, con el presidente ucraniano, Volodímir Zalenski, Putin ha rechazado el despliegue de tropas occidentales tanto ahora como después de la firma de una paz, por lo que Washington es la última esperanza.
Trump sigue jugando al rato y al ratón. Repite que baraja la imposición de sanciones y tarifas comerciales, pero el tiempo pasa y el único que ha pagado, hasta ahora, los platos rotos ha sido India con un 50 % de aranceles.
La llamada telefónica en la que debía haber presionado a Putin y que debía haberse producido esta misma semana nunca llegó a tener lugar.
Los senadores republicanos apoyan la imposición de sanciones a Rusia, en lo que cuentan con el apoyo de los demócratas, pero el presidente no atiende a razones y se limita a vagas promesas.
Por ello, todo apunta a que Putin quiere seguir combatiendo hasta 2026, aunque la campaña estival ha sido un fracaso.
Las tropas rusas conquistaron más de 1.000 kilómetros cuadrados en mayo y junio, pero ese ritmo creciente se redujo en julio y en agosto, pese a la incursión relámpago del mes pasado en el corazón de Donetsk, que puso en aprietos a los ucranianos. EFE