En el silencio del Viernes Santo, encabeza la marcha una cruz, detrás van los faroles, todos visten como uniforme pantalones negros o azules, camisas blancas, pañuelo al cuello y un gorro o bonete, y de repente rompe el silencio un canto lastimero. Son los estacioneros, esos grupos que durante la Semana Santa acompañan las ceremonias.
“Si no hay coro de estacioneros como que no es Semana Santa”, dice el diácono Pedro Álvarez, del grupo Santa Antonio de Padua, de Laurelty, Luque. En pleno ensayo, poco antes de los días santos explica que este purahéi asy es el canto con sentimiento que relata la pasión de Cristo. “Es algo muy conmovedor. Todo lo hacemos a pura fe en Dios, y lo que uno lleva en su corazón. Esa es la tradición y es muy fuerte en el Paraguay”. El origen es colonial y su nombre estacionero proviene del hecho de que recorren simbólicamente las 14 estaciones del Vía Crucis. Respecto del origen, el maestro estacionero José Diego Martínez, quien también proviene de una larga tradición familiar de estacioneros, considera que comenzó con la evangelización de los franciscanos más que de los jesuitas. Martínez, estacionero desde los 4 años, integra hasta hoy el grupo de Ysaty, un barrio de Asunción, fundado en el año 1949. ORÍGENES Tenían un origen familiar, eran solamente de varones y eran solamente 12, pues representaban de una forma teatral a los apóstoles acompañando las estaciones del Vía Crucis. “Era una forma de evangelizar antes, pero en realidad es más bien ahora una cuestión más folclórica que religiosa”, opina el maestro estacionero. Otra mirada a la tradición dice que era como un escape a los 40 días que rigurosamente duraba la Semana Santa. “La Iglesia era muy rigurosa, no permitía cumpleaños ni partidos de fútbol, entonces, los que ensayaban toman sus traguitos, las señoras mayores con cigarros venían para ver el ensayo y chismentaban, los jóvenes ojegusta’i y los chicos jugaban. Esa era la escena en todo el Paraguay”, sostiene Diego Martínez. También en San Jerónimo, barrio cercano al centro de Asunción siguen practicando la tradición. Uno de los grupos es el conformado por las familias Carballo y Florentín, el grupo Juventud Católica San Juan que ya va por los 100 años de existencia. En el grupo se mezclan hermanos y primos, segundas, terceras y cuartas generaciones. “Este es uno de los pocos que quedan, que siguen la tradición año tras año. En la pandemia hicimos el vía crucis virtual, ese fue el peor año. Tuvimos que pasar en nuestras casas, haciendo un Vía Crucis virtual, cantando nuestras canciones frente a nuestros santos, desde el teléfono y algunos con sus computadoras, ese fue el peor año”, indica Osvaldo Carvallo. Resultado del mestizaje cultural, la tradición de los estacioneros resiste a pesar de que hoy en día quedan cada vez menos grupos que puedan acompañar con su purahéi asy el largo Vía Crucis.
CANTO. Narran la Pasión de Cristo con música que se transmite de generación en generación.
sin el calvario del covid