En el corazón de la obra social salesiana Don Bosco Róga, la música no es solo una melodía, sino un poderoso instrumento de inclusión y transformación.
Desde hace 21 años, el Proyecto inclusión social a través de la música abre sus puertas a niños, niñas, adolescentes y jóvenes de 7 a 18 años, ofreciéndoles una formación artística e integral que va mucho más allá de las notas musicales.
En una entrevista exclusiva, María Emilia Hernández, coordinadora del proyecto, junto a Cecilia Peña (coordinadora financiera) y el profesor Mathias Ríos (violín), detallan el alma de esta iniciativa que, con un costo casi simbólico, siembra futuro en cada acorde.
“Cuando se habla de juventud, muchas veces se plantean prejuicios, pero nosotros damos fe de la disciplina que requiere ejecutar un instrumento”, afirma María Emilia Hernández.
Y es que detrás de cada ensayo, cada práctica y cada presentación, hay un compromiso inmenso. “Hay que tener disciplina para las prácticas, horarios, exigencias que implica muchas veces levantarnos en vacaciones para venir a una entrevista, hay renuncias”, detalla.
El profesor Mathias Ríos, instructor de violín, subraya que la formación en Don Bosco no solo abarca clases personalizadas de instrumento o canto (en modalidades popular y clásica), sino también espacios colectivos fundamentales, como la orquesta y el coro.
“Más que nada, lo necesario para estudiar música son las ganas. Todo lo que corresponde a la práctica y a formarse como artista, lo vamos construyendo con el acompañamiento de los docentes”, asegura.
La orquesta se convierte en una metáfora de la vida en sociedad. “En una orquesta yo no soy sin mi compañero. No existo sin mi compañero”, reflexiona María Emilia.
“La perfección es individual, pero en el grupo es que se demuestra. Estos chicos demuestran el esfuerzo, el sacrificio, la responsabilidad, la disciplina, el compañerismo. Eso también es música, eso también es arte de la música”.
Acompañamiento integral
Don Bosco Róga se distingue por su enfoque integral. “Contamos con psicólogos y trabajadores sociales que acompañan a cada uno de nuestros beneficiarios”, explica Cecilia Peña.
Este equipo técnico brinda talleres psicosociales o socioafectivos, espacios de escucha psicológica y acompañamiento social, atendiendo situaciones que puedan afectar a los chicos tanto dentro como fuera de la obra.
La formación técnica artística se complementa con la humana y social. “Compartimos la merienda, un espacio de encuentro donde interactuamos con otros servicios de Don Bosco Róga, como el refuerzo escolar, la educación básica bilingüe y un comedor comunitario para personas en situación de vulnerabilidad”, detalla María Emilia.
Las clases de instrumentos se imparten de lunes a viernes por la tarde, y los sábados se dedican a los ensayos de orquesta.
La obra social se ubica sobre las calles Cedro y Ecuador, a pocas cuadras de la Estación de Buses de Asunción, una zona donde la vulnerabilidad social es palpable.
“Hemos tenido casos en los que acompañamos procesos de inserción al sistema educativo”, comenta Hernández, destacando cómo promueven que quienes asisten al comedor o al refuerzo escolar también se integren a los espacios artísticos.
Música para “ser libres y crecer”
Los propios alumnos son el mejor testimonio del impacto de Don Bosco Róga.
Guadalupe Barrios (18), estudiante de violín/viola con diez años de trayectoria, expresa con orgullo: “Don Bosco te brinda estas herramientas... nos lleva a nosotros a nuevos horizontes”.
Guadalupe, quien gracias a un convenio con el Conservatorio Ateneo Salesiano ya se desenvuelve como docente en la obra, tuvo la oportunidad de representar a Paraguay en seminarios internacionales.
“Es un orgullo para mí. Quiero que las siguientes generaciones puedan experimentar también lo mismo”, dice, visiblemente emocionada y “superorgullosa, muy bendecida”.
Ezequiel Velazco (14), guitarrista avanzado con cuatro años de estudio, comparte cómo la música lo ayudó a crecer: “Para las personas que no saben expresarse con las palabras, pueden hacerlo a través de la música... a mí me ayudó a crecer como persona, a expresarme mejor, en el colegio también porque tenía problemas de concentración”.
Para Agustín López (22), saxofonista con seis años de estudio, la música es “algo esencial de la vida humana, que nos hace crecer, que nos hace humanos y que nos ayuda a expresarnos y a darle color a la vida”.
Agustín también tuvo la oportunidad de enseñar a otros y de participar en eventos internacionales, como un reciente seminario en Bolivia con representantes de Paraguay, Bolivia y Argentina.
Guadalupe describe el arte como un espacio de liberación: “Es un sentimiento que no se puede escribir con palabras. Es una liberación, es… se te siente tranquila, en calma”.
Ezequiel agrega que la música “es inexplicable, un sentimiento bastante bonito”, que lo hace sentir mejor “a pesar del estado de ánimo”.
Agustín lo resume como “una alegría pura, una alegría que te llena el alma y el corazón”, al ver cómo lo que él y sus compañeros expresan llega a los demás.
Inscripciones abiertas y concierto
El Proyecto inclusión social a través de la música está abriendo su nueva matriculación y la convocatoria va del 28 de julio al 9 de agosto.
Interesados de 7 a 18 años, en cualquier nivel, pueden inscribirse. La cuota mensual es de G. 20.000 y la matriculación de G. 50.000, costos simbólicos para sostener la obra. Incluso, alumnos mayores de 18 años que ya formen parte pueden continuar su formación. Se proyecta que para 2026 se abran puertas a jóvenes de comunidades indígenas de Paraguarí.
Para sostener esta invaluable labor, Don Bosco Róga organiza su gran concierto En clave sinfónica: 21 años cambiando vidas, que se realizará el 11 de setiembre, a las 20:00, en el Tom Jobim. Lo recaudado se destinará al pago de docentes, reparación de instrumentos (que los chicos pueden llevar a casa), y financiación de conciertos y clases magistrales. En 21 años, más de 3.500 jóvenes han transformado sus vidas gracias a este proyecto.
Para más datos e inscripciones, pueden contactar al (0972) 399-992 o escribir al correo: donboscoroga@salesianos.org. También pueden seguirlos en Instagram: @donboscorogapy.