14 ago. 2025

Profesora wilma ferreira: Una vida para el canto

La profesora Wilma Ferreira es una testigo privilegiada de la historia musical de nuestro país. Al lado de Julián Rejala forjó su destino de artista y hoy vuelca su saber en una escuela donde enseña a los jóvenes su arte.

Mario Rubén Álvarez
alva@uhora.com.py
Entrar al salón donde la profesora Wilma Ferreira enseña música –en Blas Garay (Cuarta) y Parapití– es ingresar al universo de sus recuerdos más íntimos. El tiempo está detenido en fotos, afiches, manuscritos y diplomas.
Mientras la hoja de la tarde cae del árbol del día, la docente nacida en la compañía San Antonio –que antes era Guyra Keha–, Caazapá, repasa su historia personal y ancla, invariablemente, en el músico y compositor Julián Rejala.
El romance entre ellos tardó en hacerse llama, pero una vez encendido fue inapagable.
“Lo que se ve en la pared es una parte de lo que compartí con el compañero de mi vida. En los cuadros están los escenarios, lo que yo viví después de su muerte y mis entrañables maestros como Carlos Lara Bareiro, Sofia Mendoza, Luis Cañete, Cirilo Fretes Franco, Yasha Galperín y tantos otros”, comenta la que enseña guitarras clásica y popular, arpa, canto, solfeo y composición.
“Todo lo que aprendí de Julián y de los que me enseñaron música lo vuelco en mis alumnos. Quiero que sepan algo de lo que yo aprendí”, agrega con un fervor que se le escapa en cada vocablo.
“Estoy trabajando en un álbum donde van a ir las partituras y las letras de grandes de la música paraguaya como José Asunción Flores, Agustín Barboza, los hermanos Cáceres, Mauricio Cardozo Ocampo y otros”.
“Mi objetivo es que los jóvenes conozcan lo nuestro. Hay una nueva generación de músicos, pero sus profesores no les muestran la síncopa. No tenemos que perder por ignorancia los encantos de la música paraguaya. Nuestro 6 x 8 es único, aunque otros también lo tengan”, sostiene.
BRASIL. En 1949 el Conjunto Folclórico Guaraní, de Julián Rejala –integrado por ella, Eulogio Ayala, Ramón Mendoza como cantantes; el cómico Ramón Gamarra, el arpista Luis Bordón y el glosista Modesto Balbuena– emprendió viaje al Brasil. Allí triunfaron durante 16 años.
“Íbamos y veníamos a Paraguay. Grabábamos y actuábamos por todas partes. La última vez que estuvimos fue en 1965. El presidente Juscelino Kubitschek nos convocó al Palacio de la Alborada, no salíamos más de allí”, rememora Wilma.
“En la Argentina también estuvimos. Ganamos en Asunción un concurso cuyos premios eran dos meses de contrato en radio Belgrano y en teatro. Grabamos varios discos y después ya vinimos a quedarnos en nuestro país”, relata. Julián Rejala murió el 13 de julio de 1981.
OBRAS. En el listado de composiciones de Julián Rejala e stán Alguna vez, Morena mía, Morenami, La conquista de Yrendagué, Súplica, Olimpia, Che reja guive –con letra en guaraní de Emiliano R. Fernández, traducido al español por Antonio Ortiz Mayans–, Mi brasileñita y otras.
Wilma Ferreira no se queda atrás. Entre sus muchas obras musicales figuran: Che retâ ahoja, Mi ansiedad, Elogio del ñandutí, Plegaria de amor, Don José Asunción, Muchacha trigueña y otras.

HISTORIA DE AMOR
Una guitarra para abrir el corazón
Cuando Julián Rejala –que enseñaba danza folclórica en la Agrupación Folclórica Guaraní– vio a la quinceañera Wilma Ferreira, quedó perdidamente enamorado. Era el año 1944. Su gracia y su encanto sedujeron al que aprendió los enigmas de la guitarra con Enriqueta González.
Ni el resplandor de la fama ni la autoridad artística del que estaba regresando de su primera gira por el Brasil, sin embargo, surtieron el mismo efecto en aquella jovencita que trabajaba en una fábrica de tacos y había sido traída por Herminio Giménez para cantar en el coro que dirigía.
“Él, que había nacido en la compañía Kokue Guasu, Areguá, el 16 de febrero de 1906, me llevaba casi 25 años de diferencia. El me echó ojo ha ivaiterei chéve la tuja. Estudiaba danza con él en la Agrupación y me eligió como pareja de baile. Pero chéve, pepevénte. Él, sin embargo, me persiguió como la humedad. Para colmo, estaba casado. Me seguía hasta casa y mamá le mandaba al diablo. Amanecía y ya estaba otra vez en el portón. Chembyapura de veras”, cuenta, muerta de risa.
Wilma se negaba una y otra vez a ceder al reclamo de amor de aquel hombre que había dejado de cantar en público porque una vez, actuando con Samuel Aguayo en el teatro Granados, se le escapó un gallo.
En el amor, no obstante, Rejala no era alguien que se dejara derrotar con facilidad. Ideó mil y una estrategias buscando que su suerte cambiara. Nada resultaba. Sin embargo, una guitarra iba a ser la llave para abrir, por fin, el corazón de la adolescente que tan tenazmente se resistía al “viejo”.
“Un buen día, como ya no sabía lo que iba a hacer, me trajo de regalo una guitarra. Ha pépe añerrendi. Upéi añenamora hese locamente. Ha ja’aháma katu hendive. Su señora se fue a Buenos Aires”, recuerda.
Si bien el éxito les sonreía, sus bolsillos estaban vacíos. “Ganábamos dinero, pero ro’upa. Nos vestíamos de maravilla, roverapa, nos aplaudían de pie, pero ore oremboriahu apî. Así éramos. A mi cuñado Crescencio Rejala le debemos mucho. Nos albergó en su casa y nos cuidó durante muchos años”, relata la que un tiempo llegó a formar parte del grupo “Mujeres que cantan la guarania” e integra hoy –junto a Teresita Anzoategui, Osvaldo de la Peña y Solano– el Grupo Sinfonía.

Textuales
*”En un ómnibus destartalado –pasando en medio de yaguaretés, yacarés, ciervos, víboras y todo lo que había en el desértico camino–, llegamos en tres días a San Pablo en 1949. Actuamos allí seis meses”.

*”Don Roque Centurión Miranda fue nuestro gran amigo. Él dirigía el conjunto de la Guerra del Chaco. Cuando el maestro salió del frente, dejó como reemplazante a Julián Rejala”.

*”En las veladas donde actuábamos teníamos que cubrir dos horas de espectáculo. Nuestro primer actor y libretista era nada menos que Félix Fernández. Era muy simpático”.

*”Debuté como cantante en Radio Teleco, donde Nelly Prono y Álex Solsberg eran los locutores. En algún momento canté con Blanquita Villalba y Dora y Elba del Cerro”.

*”Julián decía que había nacido en 1907 y le discutía a su mamá que le contaba que vino al mundo en 1906. Moô piko nde reikuaáta, le retaba aquella señora que siendo analfabeta estaba llena de sabiduría popular”.

*”En el bar ‘La Querencia’ yo era la bailarina en la década del 40. Los cantores de Julián eran Emigdio Ayala Báez y Basilio Melgarejo Molinas. Digno García, su arpista”.

*”En un momento dado, Demetrio Ortiz, Ignacio Melgarejo, José L. Melgarejo, Digno García y yo formábamos parte del elenco de las veladas”.

*”Con Luis Cañete aprendí composición; con Cirilo Fretes Franco, armonía. Mercedes Jané me enseñó arte escénico; Sofía Mendoza, canto lírico. Mis títulos avalan mis estudios”.

*”De Caazapá, con mamá, nos mudamos a Fassardi, luego a Villarrica, y de allí, cuando tenía 13 años, a Asunción”.