Seis años después del peor ataque en París desde la Segunda Guerra Mundial y tras 10 meses de proceso, los 20 acusados conocieron sus condenas, que van desde los dos años de prisión a la cadena perpetua sin libertad condicional.
“Las penas son bastante duras. No saldrán de la cárcel de inmediato. Vamos a disfrutarlo. Siento mucho alivio”, comentó Sophie, una superviviente de la sala de conciertos Bataclan, al salir de la sala con lágrimas en los ojos.
El principal acusado, vestido con un polo caqui, recibió impasible y de brazos cruzados el veredicto, que el presidente del tribunal Jean-Louis Périès leyó en menos de una hora en un abarrotado Palacio de Justicia de París.
Abdeslam recibió la mayor pena, aplicada únicamente en cuatro ocasiones, pese a los esfuerzos de su defensa por presentarla como una “pena de muerte social” y asegurar que renunció a hacerse explotar la noche del ataque.
“No soy un asesino y si me condenan por asesinatos, cometerían una injusticia”, dijo el lunes el francés de 32 años, que reiteró sus “disculpas” a los supervivientes y a los familiares de las víctimas.
“La opinión pública piensa que yo estaba en las terrazas, disparando a la gente, que estaba en el Bataclan. Ustedes saben que la verdad está en el sentido contrario”, urgió en vano al tribunal, antes de que se retirara a deliberar.
Para la Fiscalía Nacional Antiterrorista (PNAT), el principal acusado, detenido en Bélgica el 18 de marzo de 2016 cuatro días antes de los atentados de Bruselas (32 muertos), sí intentó activar su cinturón de explosivos.
Y los cinco magistrados del tribunal de París que lo juzgaron consideraron que su cinturón de explosivos era “defectuoso”, cuestionando así “seriamente” sus declaraciones sobre un eventual “desistimiento”.
De los 20 acusados, solo 14 estuvieron presentes. Seis fueron juzgados en rebeldía, entre ellos cinco altos mandos del grupo Estado Islámico (EI) que se dan por muertos, como el belga Oussama Atar, a quien se atribuye la orden de cometer el atentado. Los supervivientes y los familiares de las víctimas, que abarrotaron junto a los periodistas la sala durante la lectura del veredicto, lo acogieron con una mezcla de satisfacción, alivio y miedo al vacío. AFP