Por Saud Abu Ramadan
“Podemos ver las máquinas excavando muy profundo en la tierra, mientras que las fuerzas de seguridad egipcias vigilan lo que sucede”, señala Abu Mayed Qishta, dueño de uno de los centenares de túneles por los que entran en Gaza todo tipo de productos para aliviar el bloqueo israelí de la franja.
Mientras los vecinos de la frontera palestino-egipcia se acostumbran a los ruidos de las obras, El Cairo sigue sin confirmar la construcción de una barrera que tendría unos diez kilómetros de largo y penetraría bajo el suelo hasta veinte o treinta metros, según “Haaretz”, el diario israelí que destapó la noticia.
El pasado sábado, el ministro egipcio de Asuntos Exteriores, Ahmed Abul Gheit, reconoció en una entrevista al semanario “Al-Ahram Al-Arabi” que su país está reforzando la protección en la zona porque “está en su pleno derecho”, aunque no ofreció detalles precisos.
“Sea un muro, sensores o aparatos de escucha, lo que importa es la protección del territorio egipcio”, agregó.
De momento, la construcción ha “reducido el negocio de los túneles en los últimos días”, explica Qishta, quien no oculta su temor por las consecuencias del proyecto.
“En realidad no sabemos exactamente qué están haciendo las fuerzas de seguridad egipcias en la zona fronteriza, pero estamos seguros de que es algo que va contra los túneles y que, por supuesto, dañará nuestro negocio”, añade.
Varios dueños de túneles aseguran que los militares egipcios han aumentado los controles y requisado grandes cantidades de bienes destinados al contrabando.
Estos conductos subterráneos, que se cuentan por centenares, se han convertido en la verdadera puerta de acceso a Gaza de comida, combustible, armamento, repuestos y numerosos productos domésticos durante los tres años de bloqueo israelí.
“Sin estos túneles, la población de la franja estará muriéndose de hambre porque Israel mantiene cerrados los cruces comerciales de Gaza”, señala Qishta.
Durante décadas los subterráneos eran más bien la principal ruta de entrada de armas para las milicias palestinas, drogas y otros productos prohibidos en la franja.
Egipto podría asestar ahora un golpe letal al contrabando al reemplazar con un robusto muro la precaria barrera fronteriza derribada hace casi dos años por los palestinos.
El muro -que completaría la ecuación del cerco junto con la ultra-vigilada barrera israelí en su frontera con Gaza y la vigilancia del espacio marítimo de la franja por navíos de guerra israelíes- ya ha originado algunos tiroteos aislados desde el lado palestino de la frontera que no han causado víctimas pero sí alarma.
“Podemos oír fácilmente los disparos de vez en cuando”, relata Mohamed, residente de Rafah.
El sábado, el movimiento islamista Hamás criticó duramente la construcción del muro, aunque se desvinculó por completo de los ataques, efectuados por milicianos.
“Nuestros lazos con Egipto son muy buenos y están basados en la hermandad y el aprecio. Nunca participaríamos en este tipo de acciones”, indicó uno de sus portavoces, Ayman Taha, en un comunicado.
Otro portavoz de Hamás, Fawzi Barhum, aseguró que la barrera está siendo construida con financiación y supervisión de Washington “para estrangular al millón y medio de palestinos que vive en Gaza”.
La medida, dijo, busca encubrir el fracaso de Israel y EEUU para imponer un control internacional a las fronteras de la franja tras la ofensiva militar israelí de hace casi un año, en la que murieron unos 1.400 palestinos, civiles en su mayoría.
En estas circunstancias, Abu Mahmud, otro propietario de uno de los túneles al oeste de Rafah, ha pedido directamente a sus empleados que dejen de trabajar en los conductos.
“Lo que me preocupa es que los egipcios destruyan mi túnel con las excavaciones”, admite y concluye: “parece que esta vez van en serio en poner fin al contrabando”. EFE