25 abr. 2024

Poshumanismo Hacia una nueva ética humana (2ª parte)

  • María Gloria Báez
  • Escritora

Proseguimos respecto a la filosofía poshumana, la cual critica la idea de “lo humano” en múltiples aspectos. A continuación, se cita un último argumento:

  • d) Nuevas tecnologías. Si bien la guerra es un gran impulsor de la innovación tecnológica, no es la única área que está siendo revolucionada por la nueva tecnología. En la medicina los continuos avances también nos han permitido mejorar, prolongar y salvar la vida de millones de personas gracias a tratamientos o medicamentos específicos.

Nos guste o no hacia dónde va nuestra civilización, es imposible detener el reloj del progreso tecnológico. Ya hemos superado la cuestión de si la tecnología es ‘buena’ o ‘mala’. En cambio, necesitamos con urgencia marcos éticos que nos ayuden a lidiar con la cuestión más compleja del cómo son utilizadas estas tecnologías. ¿Cómo se debe programar la tecnología, quién debe hacer la programación, cómo se puede regular y qué sucede si hay un error en el sistema? Una ética poshumana podría darnos un marco propicio para abordar tales cuestiones. Pero esto es solo el comienzo: ¿cómo lidiamos con la ética que rodea a la utilización de la tecnología para con los seres humanos como ser la clonación y la manipulación del ADN, entre muchos otros?

Las tecnologías avanzadas y las realidades virtuales son una parte integral de nuestras vidas. Los dispositivos digitales ya se han fusionado con nuestros cuerpos de múltiples maneras: están reemplazando (y mejorando) cada vez más las funciones de nuestros órganos como ser ojos, oídos, boca y hasta cerebro. Nos permiten externalizar nuestros recuerdos, comunicarnos con otros y ver lugares y tiempos lejanos. La tecnología nos permite trascender nuestras limitaciones humanas. Los teléfonos inteligentes se han convertido hace mucho tiempo en parte de nuestro ser ampliado. El límite entre el humano y la máquina seguirá disolviéndose. Nos encontramos cada vez más dependientes de las tecnologías que poseemos; lo cual hace que, las anteriores definiciones de “humano”, ya no sean aplicables. El Humanismo, según el argumento poshumano, es un concepto obsoleto e inútil para dar sentido a nuestra nueva condición.

HARARI

El pensador Yuval Noah Harari (1976) predice que “nos actualizaremos paso a paso, fusionándonos con robots y computadoras en el proceso” (2015, Homo Deus). Según Harari, hace mucho tiempo que reemplazamos la creencia en Dios por la creencia en el progreso humano y la santidad de la vida humana. “En el siglo XXI, el tercer gran proyecto de la humanidad será adquirir para nosotros poderes divinos de creación y destrucción, y convertir al Homo Sapiens en Homo Deus” (Harari, 2015). ¿Suena a ciencia ficción? En 2013, Google anunció públicamente que su objetivo es “resolver la muerte”. En opinión de Harari, nuestra búsqueda de la inmortalidad es simplemente una consecuencia lógica de nuestros poderes cada vez mayores. Si combinamos esto con la creencia de que “el hombre es la medida de todas las cosas” (una frase atribuida al filósofo griego Protágoras), nos hemos dado el visto bueno para ascender a la divinidad.

Poder creciente. Si bien aún no hemos logrado la inmortalidad y la crisis del Covid-19 nos ha recordado nuestra vulnerabilidad, nuestro creciente poder nos confronta con nuevos dilemas éticos: el 2018 vio el nacimiento de los primeros bebés modificados genéticamente. El conocimiento que nos permite jugar a ser Dios ya está disponible. Nos guste o no, no podemos detener estos avances. Es imposible volver a guardar al genio en la caja. El límite entre lo humano y lo superhumano va desapareciendo. La “mejora” humana plantea cuestiones éticas y filosóficas difíciles. Estos cambios, ¿nos convertirán en casi-dioses o nos convertirán en monstruos? Si logramos resolver los últimos secretos de la vida y la muerte, ¿nuestra inmortalidad equivaldrá a nuestra propia aniquilación o conducirá a una distopia?

Nuestra condición hoy. La crítica al Humanismo sugiere que ya vivimos en una realidad poshumana. Pero, ¿por qué es tan difícil integrar verdaderamente esta forma de pensar en nuestra cosmovisión? Nuestra identidad humana es una parte clave de nuestro sentido del yo, y el humanismo es la base ideológica de un mundo capitalista dominado por Occidente. Dejar ir el humanismo requiere que dejemos ir nuestro ego. Requiere que dejemos de lado nuestro sentido de autoimportancia. También nos obligaría a enfrentar algunas verdades incómodas sobre la forma en que nos hemos comportado respecto unos a otros, frente a otras especies y frente a nuestro planeta.

Poniatowska piensa que líderes mundiales deberían ser más cultos y sensibles

  • Ciudad de México
  • EFE

La mexicana Elena Poniatowska, Premio Cervantes de Literatura, sugirió que los líderes mundiales deberían ser más inteligentes, cultos y sensibles como el rey polaco Stanislaw Poniatowski, su antepasado, a quien le dedicó su novela más reciente.

“Tendrían mucho que aprender de él, desde luego, y de otros como Catalina La Grande; aunque él era más sensible que Catalina”, dijo a una pregunta de Efe en una rueda de prensa virtual con medios españoles para presentar su libro, El amante polaco, editado por Seix Barral.

En la obra, el monarca aparece como un hombre de poco ego, con una manera de vivir poética, culto y preocupado por la educación de los demás, lo cual la autora cree que puede servir de modelo a muchos políticos.

Poniatowska se refirió en una parte de la conversación a líderes mundiales y lamentó la poca generosidad del presidente ruso, Vladimir Putin, quien dirige la invasión de su país a Ucrania.

“Los rusos son expansionistas, van comiendo la tierra de sus vecinos, las vidas de sus vecinos, se van imponiendo en todas partes y Putin no ha dado el ejemplo de ser generoso ni inteligente. Es un tirano y sus acciones son las de un tirano”, señaló.

Poniatowska lamentó la realidad del México de la actualidad, con pobreza y diferencias sociales, que se repiten en otros países de Latinoamérica.

“Nos lastiman los feminicidios y maltratos a las mujeres a las clases sociales; hay una enorme pobreza y las mujeres del campo vienen a trabajar en las casas y por un sueldo que depende de la generosidad del ama de casa. Este abismo entre una clase social y otra sucede en América Latina”, dijo.

El amante polaco es una obra ambiciosa en la que Poniatowska recrea la historia de su antepasado, nacido 200 años antes que ella, y cierra cada capítulo con reflexiones sobre su vida. “Recordé a mi familia, leí varios libros en francés, en inglés porque en español no hay nada sobre los Poniatowski, fue un aprendizaje, un momento iluminador”, señaló.

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