“¡Queremos hacer la nuestra: queremos hacer la salvación a nuestro modo!”. Es siempre esta cerrazón al modo de Dios. El pueblo creyente que comprende y acepta la salvación traída por Jesús. Salvación que, al contrario, para los jefes del pueblo, se reduce al cumplimiento de los 613 preceptos creados por su fiebre intelectual y teológica. Ellos no creen en la misericordia ni en el perdón: creen en los sacrificios. Misericordia quiero y no sacrificios. Creen en todo organizado, todo claro. Es el drama de la resistencia a la salvación.
Cada uno de nosotros tiene este drama dentro. Pero nos hará bien preguntarnos: ¿Cómo quiero ser salvado? ¿A modo mío? ¿A modo de una espiritualidad, que es buena, que me hace bien, pero que es fija, tiene todo claro y no hay riesgo? ¿O según el modo divino, es decir, por el camino de Jesús, que siempre nos abre las puertas a ese misterio de la Omnipotencia de Dios.