09 ago. 2025

Políticos que andan a los puños le hacen daño a la democracia

Las repercusiones del escandaloso incidente protagonizado por el jefe de gabinete de la Presidencia, Juan Ernesto Villamayor, y el empresario agroganadero Darío Felipe Giménez, referente de Honor Colorado, muestran la faceta más cavernaria de la dirigencia política. Aunque se haya pretendido presentar como un “escrache ciudadano”, el altercado en un restaurante, en vísperas del Día de los Enamorados, con golpes físicos y mucha violencia verbal, revela que el nombre “concordia colorada” con que se busca sellar un pacto de impunidad encierra mucha hipocresía. Los políticos que buscan dirimir las diferencias a los puños, en lugar de hacerlo por las vías institucionales, le hacen mucho daño a la democracia. Es hora de mostrar responsabilidad y dejar de lado los intereses sectoriales para sacar adelante al país ante la crisis.

Aunque para un amplio sector de la opinión pública el incidente que protagonizaron el actual jefe de gabinete civil de la Presidencia de la República, Juan Ernesto Villamayor, y el empresario agroganadero Darío Felipe Giménez, referente del movimiento Honor Colorado, que lidera el ex presidente Horacio Cartes, en un exclusivo restaurante, en la víspera del Día de los Enamorados, fue solamente un episodio de escrache, en realidad revela la guerra sorda que existe entre las dos principales fuerzas internas del Partido Colorado, en camino hacia las próximas elecciones.

No se trata de invalidar las manifestaciones del llamado escrache ciudadano, que se ha convertido en una forma de manifestación y de expresar la indignación popular ante la inacción de la Justicia y la generalizada impunidad en diversos casos de corrupción de autoridades, líderes políticos y funcionarios públicos.

Se trata de señalar que detrás del sonado episodio existen elementos aún más preocupantes, ya que haber llegado a enfrentamientos físicos a puñetazos y mucha violencia verbal implica una conducta indeseable y nociva para la convivencia democracia.

Desde ambos movimientos adversarios del partido oficialista, Honor Colorado y Colorado Añetete, se ha lanzado un proyecto de unidad ante las próximas elecciones municipales de 2021 y principalmente de las generales de 2023, con el pomposo nombre de “concordia colorada”, que responde al denominado Operativo Cicatriz, que busca cerrar las heridas de los anteriores enfrentamientos y rescatar la idea de la autoritaria “unidad granítica colorada” que tanto se utilizaba durante la dictadura stronistas.

Pero así como esa idea resultó fácil durante el régimen dictatorial, tanto que la división entre los tradicionalistas y militantes acabó en un golpe de Estado en febrero de 1989, en que el dictador general Alfredo Stroessner acabó derrocado por su propio consuegro, el general Andrés Rodríguez, también ahora la figura de la “concordia colorada” resulta hipócrita y falsa, ya que en gran parte de las bases coloradas la división y la discordia se expresan de manera abierta y en muchos casos de modo muy violento, como lo ha mostrado el mediático episodio que involucró a Villamayor, además de otros casos que se han conocido en diversas localidades del país.

Es normal e incluso deseable que existan diferencias y diversidad en las relaciones políticas, en un sistema democrático.

Pero esas diferencias deben ser encaradas con el debate de ideas, con la confrontación de propuestas y no a los puños, con gritos destemplados en un restaurante, con escenas grabadas y multiplicadas en las redes sociales, causando la indignación y la burla de todos.

Los políticos que buscan dirimir las diferencias a los puños, en lugar de hacerlo por las vías institucionales, le hacen mucho daño a la democracia. Una propuesta de concordia política, además, no debe ser un pacto de impunidad.

Es hora de mostrar responsabilidad y dejar de lado los intereses sectoriales para sacar adelante al país ante la crisis.