“Es un factor de cohesión. La gente se reúne y escucha polca y en ese gesto de solidaridad se refleja la alegría que caracteriza al paraguayo”, destaca.
CULTURA MARCADA. La oficialización de esta fecha también responde a una necesidad de marcar soberanía cultural, como ocurre con el Día del Guaraní, del Tereré o de la Chipa. El 15 de setiembre recuerda a dos figuras gigantes del arte paraguayo: Emiliano Fernández, que convirtió la polca en vehículo de protesta y patriotismo y Luis Alberto del Paraná, que la llevó con brillo a escenarios internacionales.
Para Galeano, el desafío actual está en proyectarla aún más dentro y fuera del país y resalta que parte de su fuerza radica en el guaraní, lengua que impregna sus versos.
“Un altísimo porcentaje de las polcas se escriben y se cantan en guaraní, porque es el idioma del pueblo, del sentimiento. La polca transmite lo que somos los paraguayos”, afirma Galeano.
EL ADN PARAGUAYO. Desde la mirada de los intérpretes, Óscar Fadlala asegura que la polca está en el ADN paraguayo. “Aunque para los extranjeros resulta complicada, a nosotros nos es natural. Tiene riqueza en su polirritmia, y nos reconocemos en su sonoridad”, indica.
Recuerda que su primera polca fue Nelly, de Eladio Martínez, y confiesa que nunca falta la anécdota de las fiestas que cerraban con Campamento a la una de la madrugada, cuando ya no se podía seguir tocando. Sobre el presente del género, Fadlala celebra que “hay un despertar de los jóvenes que descubren la música paraguaya tradicional en manos de intérpretes de su generación. Ese es el camino para que la polca y otros ritmos como la guarania o el rasguido doble sigan vivos”.
Esa renovación se hace palpable en grupos como Alma Guaraní, que asumen el compromiso de llevar la polca al futuro. Su apuesta es mantener la esencia tradicional, pero con arreglos y fusiones que dialogan con lo contemporáneo. Su sueño es ambicioso llegar a cada rincón del país y proyectarse internacionalmente con la música paraguaya, reafirmando una identidad que vibra con fuerza en cada arpa, guitarra y voz que interpreta una polca.
“Formar parte de la historia viva de la polca es un honor y una responsabilidad. Queremos aportar nuestro grano de arena a la cultura (...) Cada presentación nos devuelve mucha energía y alegría.”.