EFE | Santi Carneri
Novelistas paraguayos y argentinos han planteado recientemente, y algunos de ellos en libros de éxito, la posibilidad de que Hitler saliera vivo del búnker, huyera en un submarino hasta Sudamérica y años después, ya anciano, falleciera en Paraguay.
Pero los historiadores y academicistas locales rechazan esas versiones por carecer de toda base histórica.
“No hay una sola prueba. No pasa de ser chismografía”, dijo a Efe el presidente de la Academia Paraguaya de la Historia, Alfredo Boccia.
Lo que sí está documentado es que durante los años posteriores al fin de la II Guerra Mundial, y ya comenzada en Paraguay la dictadura del general Alfredo Stroessner (1954-1989), la nación guaraní se convirtió en un lugar de acogida para los nazis que consiguieron escapar de la Justicia.
“Era el paraíso para la gente que había perdido la guerra, un país casi incomunicado del mundo”, añadió Boccia, quien recordó que Paraguay solo declaró la guerra a Alemania en 1945, poco antes de terminar el conflicto bélico.
Había un sentimiento germanófilo, reforzado además por el hecho de que Stroessner, que terminó muriendo en el exilio en Brasil, era, además de un dictador, de origen alemán.
De hecho, según Boccia, Stroessner nunca ofreció información a los Gobiernos de Estados Unidos, Francia, Alemania o Israel con relación a los nazis buscados por la Justicia de esos países.
Es en ese contexto, cuando recala en Paraguay Mengele (1911-1979), el médico de las SS, la unidad de élite nazi, es conocido como el “Ángel de la Muerte”, por sus experimentos con los presos del campo de concentración de Auschwitz.
El criminal había buscado primero refugio en Argentina, de donde pasó a Paraguay y después a Brasil, país donde fue encontrado muerto en 1979 a causa de un derrame mientras nadaba en un río.
“Mengele logró tener hasta cédula de identidad paraguaya porque estaba muy protegido por las autoridades militares fascistas de la época”, expresó Boccia.
Quien también estuvo en Paraguay fue Eduard Roschmann, el “carnicero de Riga”, acusado de asesinar a unos 30.000 judíos y que murió en Asunción en 1977, explicó a Efe Alfredo Boccia Paz, médico, escritor e hijo del presidente de la Academia.
Boccia Paz estudiaba medicina en el Hospital de Clínicas de Paraguay, en Asunción, cuando Roschmann, enfermo y desahuciado llegó pidiendo atención médica y murió a los cinco días de un cáncer de estómago.
Nadie le identificó en ese momento, pero la verdad se supo poco después gracias a una investigación periodística.
“Yo aún conservo una copia de su historia clínica”, añadió Boccia Paz.
Aunque a Paraguay no llegaron tantos nazis como a Chile o Argentina, su presencia fue bastante importante en proporción con la reducida población del país guaraní.
En la ciudad de Villarrica, en el departamento de Guairá, o en la región paraguaya de Itapúa, fronteriza con Argentina, aún existen importantes comunidades de alemanes que fueron fundadas por nazis fugitivos, y donde todavía se conserva el idioma y la cultura alemana.
Todo ello, junto a los casos de Mengele y Roschmann, son los que, según Boccia padre, alimentan la “fábula” de la “no muerte” de Hitler en Berlín y su presunta huida al Cono Sur.
“A medida que se conoce la historia va surgiendo la fábula, y la fábula es mucho mas divertida que la historia”, opinó Boccia sobre las versiones alternativas sobre la muerte de Hitler.