19 abr. 2024

Paraguay lava más blanco

Andrés Colmán Gutiérrez – @andrescolman

La mayoría de los paraguayos y paraguayas arrastramos una bien merecida fama de ser sucios y puercos por las toneladas de basura que arrojamos a calles, baldíos, arroyos, lagos y ríos, contaminando peligrosamente nuestro entorno, pero en cambio somos bastante famosos en el lavado... de dinero.

“En el Paraguay es muy fácil lavar dinero y comprar cocaína” aseguró la ex diputada colorada Cynthia Tarragó, precandidata a la intendencia municipal de Asunción, al ofrecer sus servicios a presuntos narcotraficantes en Estados Unidos, quienes en realidad eran agentes encubiertos del FBI que la venían investigando.

La Fiscalía y la Justicia paraguaya, que en los últimos meses vienen demostrando un inusitado interés por combatir el lavado de dinero –bajo la amenaza del Gafilat (Grupo de Acción Financiera de Latinoamérica) de poner otra vez a nuestro país en la lista gris– sin embargo, no sabían absolutamente nada del mecanismo utilizado por Tarragó y su marido Raymond Va, como por su socio Rodrigo Alvarenga Paredes, dueño de dos casas de cambios que operaba libremente desde la ciudad fronteriza de Pedro Juan Caballero y que ya había sido involucrado en un presunto caso de lavado de dinero en 2015, revelado tras la filtración periodística de los famosos Panamá Papers en 2016.

Hasta hace muy poco, la Fiscalía y la Justicia del Paraguay tampoco sabían –o simulaban no saber– sobre las múltiples casas de cambios del Paraguay que aparecían involucradas en las investigaciones brasileñas sobre el Operativo Lava Jato, el mayor escándalo de lavado en el continente. Ya en los primeros expedientes del 2014 se mencionaba a varios cambistas y a empresas involucradas en nuestro país –al punto de que la segunda temporada de la exitosa serie televisiva O Mecanismo, en Netflix, se filmó en parte en la frontera paraguaya–, pero a ningún juez ni ningún fiscal ni a la Seprelad se les ocurrió indagar aquí a los involucrados. Por el contrario, varios de ellos seguían apareciendo en eventos sociales y empresariales como respetadas figuras.

Cuando en mayo de 2018 la Justicia brasileña reveló la operación Cambio Desligo como parte del Lava Jato y dictó la captura del Doleiro dos Doleiros (lavador de dinero) Darío Messer, saltaron varios otros nombres de sus socios paraguayos acusados en la gran red delictiva. Como se sabía que Messer andaba por aquí y era muy amigo (hermano del alma) del entonces presidente Horacio Cartes se abrieron carpetas fiscales y se dictaron pomposas órdenes de búsqueda que se quedaron en los papeles. Ahora se sabe que Messer andaba oculto en estancias de Salto del Guairá y Pedro Juan Caballero, se hacía operaciones quirúrgicas y festejaba su cumpleaños con amigos políticos, pero ni la Fiscalía ni la Justicia lo sabían, supuestamente.

Recién ayer, después de más de un mes de otro operativo brasileño (llamado Patrón por ya saben quién), la Fiscalía reaccionó y allanó las casas Fe Cambio (en Asunción) e Yrendague (en Ciudad del Este), colocadas en el foco de las investigaciones brasileñas desde hace casi una década.

Es un poco bochornoso que Brasil o Estados Unidos tengan que decirnos quiénes son los corruptos delincuentes en nuestro ámbito político, como si no tuviéramos la más mínima idea. Más bochornoso aún es que sean los policías y fiscales brasileños quienes los investiguen y dicten órdenes de prisión, mientras aquí no solo fingimos ignorar sus delitos, sino que intentamos defenderlos. O que sea el Departamento de Estado yanqui el que los castigue, negándoles de por vida las visas para ir a Disneylandia, amenazando con ampliar la lista de los “indeseables” y enviando a un equipo del FBI.

El humorista gráfico Roberto Goiriz dibujó una banana pegada con cinta a la pared, igual que la millonaria obra de la galería Art Bassel. Solo que esta banana tiene una desgarrada bandera paraguaya en las manos y las cintas tienen diseños de banderas de Estados Unidos y Brasil. Y hay quien cree que es un chiste.

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