Calles como en días feriados, saludos con puños o a la distancia, gente con mascarillas, colectivos casi vacíos. Alcohol en gel en mano y una actitud de alerta ante cualquier tos o estornudo de quien está al lado. Las drásticas medidas preventivas para contener la circulación del nuevo coronavirus o Covid-19 en el país parecieran estar reconfigurando el paisaje en la ciudad y las relaciones interpersonales. Al límite que, en el primer día de vigencia del Código Sanitario, no faltaron insensatas riñas entre pasajeros del transporte público ante el temor por la aglomeración en el bus y el contagio de la enfermedad.
Para el Dr. José Britos, sicólogo clínico del Instituto de Ciencias del Comportamiento, se está ante el escenario “conductas desordenadas o caóticas” que no abonan al cambio de hábitos que resultarán cruciales contra la presente pandemia.
“Una señora decía ayer (por el jueves) que acá hay que cuidarse: Lavarse las manos, guardar distancia y la gente lo que hace es comprar comida del supermercado”, refiere al señalar que el pánico lleva a las personas a actuar sin pensar.
“Lo que se está generando no es sicosis porque eso por definición es desprendimiento de la realidad, un estado de alteración. Es más bien una conducta desordenada y caótica, no direccionada hacia el cambio del comportamiento. Sobre todo, basado en la ilusión, en la ingenuidad de que la información cambia comportamientos o que los edictos y normativas cambian comportamientos y hábitos. Eso es ser ingenuo”, sostiene.
Britos da lugar a que en las medidas haya buena intención, pero también hay -dice- ingenuidad y una ignorancia muy peligrosa: “Si yo pienso que la información cambia comportamiento, no habría médicos fumando”, compara y afirma que “la información sola no cambia la conducta”.
A su entender, puede ser que un segmento de la población que se higieniza, está usando alcohol en gel. “Ahora, ese porcentaje que logró cambiar comportamiento, adquiera el hábito es otra cosa. Y eso no se va a dar por casualidad”, subraya.
“Este tipo de conductas hacen picos, pero vuelven a su línea de base. Es lo mismo cuando aumentaron los accidentes de tránsito y al gobierno de (Enrique) Riera se le ocurrió hacer el edicto. Entonces, el mes siguiente disminuyó el número de accidente de tránsito. Lo que no vieron fue que aumentó el número de accidentes en las periferias de Asunción y aumentó la violencia intrafamiliar”, opuso.
Eso es lo no está teniendo presente desde los lugares de decisión. “Se necesitan programas sistemáticos de educación y entrenamiento en el cambio de la conducta y volver eso un hábito. El hábito se establece después de un programa adecuado, después de uno o dos meses; antes no”, instruye el doctor Britos, experto en sicología cognitiva conductual.
Como lo que plantea requiere de tiempo y proceso, entiende que se imponen las medidas drásticas. “En realidad con estas medidas restrictivas no estamos previniendo la epidemia; lo que le estamos dando al sistema es una oportunidad a no ser rebasado. Es para que no colapse el sistema de salud”, interpreta.
A su criterio, es imperioso instalar “observatorios científicos” sobre el comportamiento de la gente.
“No tenemos observatorios, investigaciones sobre el comportamiento humano que tomen el pulso de esto que está pasando (...) Se ven en las redes sociales que alguien se peleó en el colectivo; en el supermercado no hay desinfectantes. A partir de ahí infiero lo que está pasando, pero son puntos de vistas muy sesgados”, concluye.
Lo que va a pasar es como aquella persona que fue asaltada: Toma precaución durante una semana, pero después vuelve a su línea de base, a lo normal, porque una cosa es cambiar la conducta y otra es cambiar hábitos. José Britos, sicólogo.