Según datos del Instituto Brasileño de Medioambiente (Ibama), el fuego ya ha calcinado este año un 22% de este ecosistema declarado Patrimonio de la Humanidad por la ONU y que cuenta con una superficie total equivalente a la suma de Bélgica, Suiza, Portugal y Países Bajos.
Los focos de incendios en el Pantanal, que Brasil comparte con Paraguay y Bolivia, ya llegan hasta los 5.966 en lo que va de setiembre, lo que representa ya la peor cifra para ese mes desde que se empezaron a registrar estadísticas, en 1998. Una destrucción sin precedentes en la que se combinan diferentes factores:
LA ACCIÓN HUMANA. Diversas fuentes oficiales consultadas por Efe coinciden en afirmar que entre el 95% y el 98% de los incendios que avanzan en el Pantanal tienen origen humano. “Existe alguien usando el fuego para diversos fines y, con las condiciones climáticas que tenemos, la propagación es extremadamente grande, rápida y de difícil control”, señala Alexandre Pereira, analista ambiental de Ibama Prevfogo. Entre las hipótesis sobre el origen humano de los incendios está cuando se usan de forma intencionada para limpiar un área a gran velocidad y transformarla en nuevas zonas para la agropecuaria.
La Policía Federal investiga a al menos cuatro hacendados, después de que encontraran indicios de que algunos focos surgieran dentro de sus propiedades, causando la destrucción de cerca de 33.000 hectáreas en el Pantanal.
Según datos del Gobierno, aproximadamente el 95% de la superficie del Pantanal brasileño son propiedades privadas que tienen la pecuaria extensiva como su principal actividad económica, y apenas un 4,6% unidades de conservación.
RÍO PARAGUAY. Este año se están registrando temperaturas por encima de la media, un régimen de lluvias inferior y un menor nivel de inundaciones del río Paraguay en el ecosistema. ¿Resultado? La peor sequía en 47 años.
El río Paraguay es un elemento clave en el funcionamiento del Pantanal al inundar, en el periodo de crecida, vastas áreas del Pantanal, pero se encuentra en una situación crítica con la altura de su cauce en mínimos históricos.
Las proyecciones de los especialistas advertían que una de las consecuencias del cambio climático sería precisamente la aparición de periodos secos más prolongados y lluvias más concentradas en el bioma. “Y eso es lo que estamos percibiendo en los dos últimos años en el Pantanal. Ya está ocurriendo, como la ciencia había previsto varios años atrás”, expresa Julio Sampaio, líder de la iniciativa Pantanal de WWF.
MATERIAL ORGÁNICO SECO. La sequía ha provocado que muchas de las zonas del Pantanal que históricamente eran inundadas no hayan recibido agua suficiente, dejando al descubierto la flora que crecía en su interior. “Esas regiones han ido acumulando material orgánico y vegetación acuática a lo largo de décadas, y la exposición de todo ese material ha dejado una cantidad muy grande de biomasa” en el territorio, explica Carlos Roberto Padovani, investigador del Pantanal en la Empresa Brasileña de Pesquisa Agropecuaria (Embrapa). Esa biomasa se ha secado y se ha transformado en un peligroso combustible para la propagación de los incendios.
DEFORESTACIÓN. El Pantanal, al igual que la Amazonia, también viene sufriendo con la deforestación en las últimas décadas. Según datos del proyecto MapBiomas, el ecosistema perdió un 12% de su vegetación nativa entre 1985 y 2019. De acuerdo con esa plataforma, entre enero y julio de este año un total de 14.093 hectáreas fueron deforestadas, prácticamente el doble que el área destruida en el mismo periodo de 2019.
Diversos estudios vinculan también la sequía en el Pantanal al alza de la deforestación en la Amazonia. “Existe una asociación entre el aumento de la deforestación y la disminución de lluvias. Necesitamos la Amazonía para generar lluvias en Sudamérica”, indica Sampaio.
BOLSONARO. Por su parte, Bolsonaro minimizó la gravedad de la catástrofe y la atribuyó a las condiciones meteorológicas adversas durante su intervención en los debates de la Asamblea General de la ONU.
El mandatario hizo un discurso en pro de la actividad agropecuaria y denunció que Brasil es víctima de una “campaña brutal de desinformación” sobre su política ambiental.
Las oenegés y algunos gobiernos europeos responsabilizan de ese incremento de la destrucción en la Amazonía y el Pantanal a las políticas del Gobierno de Bolsonaro, que han llevado a una reducción en el presupuesto de los órganos medioambientales, entre otras medidas.
Combate contra los incendios
Las Fuerzas Armadas actúan desde el pasado 25 julio para combatir las llamas en el Pantanal. En la operación, los uniformados colaboran con las cerca de 2.500 personas, entre bomberos, socorristas y voluntarios, que combaten las llamas que castigan el Pantanal desde marzo, divididos en 40 equipos de combate al fuego en diversas regiones, así como con seis aeronaves y tres helicópteros.