28 mar. 2024

Óscar Cardozo Ocampo: Un músico en el tiempo

El pasado 27 de diciembre el notable músico hubiera cumplido 80 años. Un accidente rutero a la altura de Resistencia provocó su muerte cuando se dirigía manejando su automóvil desde Buenos Aires a Asunción en julio de 2001. Aquí, una evocación de su legado.

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Oscar Cardozo Ocampo

Paraguay había sido su destino más intenso a partir de la caída de la dictadura, aportando su talento y creatividad para apoyar artistas, crear espacios de espectáculos de gran nivel e inspirarse para grabar un disco que contuviera lo que para él era lo mejor de la música nacional y que denominó “Piano paraguayo”. Rindió culto en especial a quienes consideraba figuras descollantes como Agustín Pío Barrios y José Asunción Flores.

También aportó reflexiones en distintas entrevistas y conversaciones con amigos, sobre la labor musical, la importancia de estimular la creación de nuevos talentos, pero también la de valorar la tradición. Y analizaba de manera crítica la globalización.

Tuvimos oportunidad de conversar con él en distintas oportunidades tanto en Buenos Aires como en Asunción. Conociendo algunos de sus proyectos, apreciando el hermoso espectáculo “Pájaros en el aire”, en el auditorio del Hotel Bauen, que llevó al disco.

Si hay algo que lo caracterizaba y lo distinguía era su carisma, su porte educado y amable, subrayado por una sonrisa.

En 1994 arrancaría con los “Encuentros del alma”, un proyecto que tenía como sede el Centro Paraguayo Japonés y que consistía en espectáculos que reunían a figuras como Lizza Bogado, Sembrador, Ricardo Flecha, Berta Rojas, por un lado, y a Jairo, Eladia Blázquez, León Gieco, Teresa Parodi, por otro.

En 1995 organizó el concierto homenaje por el 70 aniversario de creación de la guarania, en que invitó a numerosos artistas locales.

Ese evento, en el CPJ, fue motivo para una extensa entrevista con el gran músico, cuyos conceptos, nos parece, siguen teniendo vigencia.

Sobre el creador de la guarania

“Considero que la obra de Flores representa, en mi opinión, la obra de un genio. El sustantivo ‘genio’ creo que se utiliza últimamente con mucha irresponsabilidad” señalaba, enfatizando que era muy fácil decir “este tipo es un genio”. Y a continuación se preguntaba cuál es el sentido de un genio, de una figura eminente. “Es el que surge como un fenómeno en ámbito que no reúnen las condiciones, como es el caso de Flores, que nace en este país a principios de este siglo, cuyo entorno no era el que le brindaba los mejores elementos para su formación”. Y agregaba: “Como fue el caso de Barrios, que está en la misma categoría. Y, sin embargo, surge a pesar de todos esos obstáculos, de todas esas ‘contras’, el talento de Flores.”

Evocaba los arreglos que en la búsqueda de un nuevo ritmo hizo el inquieto miembro de la Banda de Policía, con ‘Ma’erâpâ reikuaase’ (‘Para qué quieres saber’), en que “él sienta las bases, marca el camino para que se desarrollen otros músicos paraguayos, también muy talentosos”. Considera que el conjunto de su obra “tiene la vigencia de lo genial, está más allá de la transformación del tiempo, tiene la grandiosidad, la simpleza de ser entendible, percibible en su estética bella por cualquier país del mundo.” Por eso, se mostraba muy crítico hacia quienes en esos años alegaban que la guarania creada por Flores estaba pasada de moda, “decir que una obra de Flores es ‘demodé’ es como decir que una obra de Bach para cuerdas es ‘demodé’. De ninguna manera es así, está mucho más allá del paso del tiempo. Va a quedar. Por suerte, en el caso de la música paraguaya, el pueblo no se equivoca”. Y aportaba un dato significativo: “Con todas las contras para la difusión que tuvo Flores, ese disco que todos conocemos grabado con la orquesta Ortiz Guerrero en la década del 30, a pesar de esa poca información, evidentemente ha habido una pasión intensa en los artistas y en el pueblo paraguayo que no dejó morir esa música, que la mantuvo viva y latente.” Como lo evidenció en la noche del magnífico concierto homenaje, realizado en el CPJ.

El inicio de los “Encuentros…”

La cantante Lizza Bogado conoció a nuestro artista a principios de la década de los 90. “A través de su hermana, la querida e inolvidable Amambay, me invitaron a una cena y él me propone arrancar los Encuentros del alma y hacer dupla con Jairo, gran cantautor argentino. Para mí fue todo un desafío y un motivo de alegría. Así comenzó una hermosa amistad que se extendió hasta el año 2001. Recuerdo bien que había estado actuando en Buenos Aires, acompañada con su piano maravilloso, le comenté que quería grabar un disco y él me dijo: ‘en 15 días estoy yendo a Paraguay y lo hacemos’. Ilusionada estaba esperando ese encuentro en el estudio, pero lamentablemente un terrible accidente camino a Asunción lo puso primero en terapia intensiva y luego el final inevitable. Fue tan grande el golpe por la pérdida irreparable de una persona que empezaba a reconectarse con sus raíces paraguayas. Recuerdo ese día, con lágrimas en los ojos haber escrito una canción en su memoria llamada Vuela, vuela, Óscar. Lo recuerdo con su sonrisa de hombre bueno y las palabras que me decía cada vez que íbamos a salir al escenario: “sé siempre vos misma, Lizza, sé siempre auténtica, no necesitas más nada”.

Oscar vive en mi memoria, en mi corazón y en la gratitud inmensa por haberme enseñado que los grandes seres humanos, siempre están adornados con el gran traje de la humildad.

Ciclos inolvidables con Sembrador

“Era 1996 cuando a Sembrador, el grupo que integré durante sus 45 años, nos dice José Antonio Galeano que le ofrecieron la posibilidad de ser parte de un encuentro junto a Oscar y a los compañeros de Ñamandú. Su nombre, por entonces, tenía no solo bien ganada fama e innegable prestigio, sino que era sinónimo de calidad y buen gusto. Producto de una reprise de aquel encuentro fue el disco En vivo – Ñamandú/Oscar Cardozo Ocampo/Sembrador, largamente agotado.”

Destaca también que en los años siguientes el grupo y Óscar presentaron los ciclos de conciertos “De amores y recovas” (1997) y “Encendiendo sueños… en tus caminos, Latinoamérica” (1999), ciclos que contaron con la inestimable contribución de la Orquesta Philomúsica de Asunción, dirigida por Luis Szarán. “Sendos discos grabados “en vivo” en aquellas jornadas cuyas entradas se agotaban varios días antes de su estreno, son testimonios del talento de Óscar. En esta rememoración no puedo sustraerme a consignar una anécdota del primer ensayo con él, cuando nos dijo: “Ustedes canten tranquilos, hagan lo que saben hacer, que allí estaré yo con mi piano para arropar su canto…”

Producto de su amor a las dos patrias fueron los Encuentros del Alma, una creación maravillosa que reunió, en hoy inolvidables jornadas, a un artista argentino junto a algún par paraguayo. Los “Encuentros…” nos dieron la posibilidad de ver y escuchar, en un ambiente de entrañable calidez y de innegable –me atrevo a decirlo– ternura musical, entre otros, a Jairo, Eladia Blázquez, Teresa Parodi, León Gieco, Luis Salinas, Lito Vitale, por citar solo aquellos que la memoria me trae a la mente.

Mucho es lo que la música del Paraguay debe a Óscar Cardozo Ocampo. Con el recuerdo y la emoción puestos en su último gran legado, el disco Piano Paraguayo celebramos su vida, su obra y sus 80 años, proponiendo un brindis que, en su homenaje, llegue hasta su estrella. ¡Salud, Maestro!”

“Ustedes canten tranquilos, hagan lo que saben hacer, que allí estaré yo, con mi piano, para arropar su canto…”

Antonio V. Pecci

Periodista e investigador

antoniopeccipy@yahoo.com

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