08 may. 2024

Occidente y la guerra en constanteevolución contra el terrorismo

Hace 20 años Estados Unidos declaró la guerra contra el terrorismo, un objetivo imposible de alcanzar según expertos. Dos décadas después, el alcance geográfico de los extremistas es mayor.

Afganistán. Los talibanes volvieron al poder 20 años después de ser expulsados por Estados Unidos.

Afganistán. Los talibanes volvieron al poder 20 años después de ser expulsados por Estados Unidos.

En 2001, el enemigo número uno de Occidente se llamaba Al Qaida. Después de veinte años de guerra, el panorama es desolador: el yihadismo ha hecho metástasis, los grupos son más numerosos y se han expandido a otros continentes.

Las cenizas de las Torres Gemelas seguían ardiendo cuando el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, lanzó lo que llamó una “guerra” contra el terrorismo.

En la línea de mira estaba el régimen talibán de Afganistán, que había permitido a Al Qaida preparar el atentado más mortífero jamás perpetrado contra un país occidental.

Dos años después, tras una primera victoria militar, Bush afirmó: “En Afganistán, hemos contribuido a liberar a un pueblo oprimido y seguiremos ayudando a hacer que su país sea seguro, a reconstruir su sociedad y a educar a todos sus hijos, niños y niñas”.

RETORNO DE TALIBANES. Pero veinte años después, los talibanes retomaron el poder en Afganistán y están reinstaurando la sharia (ley islámica). Independientemente de que sus discursos apaciguadores se consideren o no creíbles, lo cierto es que los islamistas ultrarradicales que gobiernan el país son muy cercanos a Al Qaida.

¿Esto quiere decir que la guerra contra el terrorismo fracasó? “Lograron matar a Osama Bin Laden, pero si el objetivo era acabar con el yihadismo transnacional, es un fracaso total”, afirma Abdul Sayed, politólogo de la Universidad de Lund (Suecia).

Es cierto que Estados Unidos no ha sido víctima de un ataque similar al del 11-S en 20 años, pero los objetivos fijados “eran inalcanzables”, señala Assaf Moghadam, investigador del Instituto Internacional de Contraterrorismo (ICT) de Israel. “El terrorismo no puede ser derrotado. La amenaza está en constante evolución”, explica.

El Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS) de Washington estimó en 2018 que el número de grupos activos (67) estaba en su nivel más alto desde 1980. En cuanto al número de combatientes, varía, según las fuentes recopiladas por el CSIS, entre 100.000 y 230.000. Esto supone un aumento del 270% en comparación con las estimaciones de 2001. Aunque las cifras pueden ser discutibles, la tendencia no lo es.

A la vista de los gastos generados –probablemente más de un billón de dólares sólo para los estadounidenses en Afganistán– el balance es desastroso y se cometieron errores, según los analistas.

ERRORES. Entre los errores más graves, se cita habitualmente el derrocamiento del régimen iraquí de Sadam Husein en 2003. “Permitió que Al Qaida resucitara, lo que sentó las bases para la creación del Estado Islámico”, afirma Seth Jones, experto en terrorismo del CSIS.

Más allá, los expertos describen una estrategia que favorece la confrontación, sin tomar suficientemente en cuenta el caldo de cultivo del yihadismo, como la guerra, el caos o la corrupción.

“Conflictos como el de Siria pueden movilizar y radicalizar a miles de combatientes en un corto lapso de tiempo”, afirma Tore Hamming, investigador del Departamento de Estudios de Guerra del King’s College de Londres.

“Uno de los mecanismos más fuertes para evitar el reclutamiento de militantes islamistas es ofrecer a la gente mejores alternativas. Las armas no hacen eso”, añade.

OTRO PANORAMA. Veinte años después del 11-S, el panorama ha cambiado totalmente. El yihadismo era monocéfalo, encarnado por Al Qaida, ahora es bicéfalo, con la aparición del grupo Estado Islámico.

El alcance geográfico de la amenaza yihadista también ha cambiado. Antes, los grupos estaban presentes en Medio Oriente, pero ahora están activos también en toda África, la mayor parte del mundo árabe y el sur y sureste de Asia.

“Ya no estamos hablando de un pequeño número de personas que deben ser incluidas en una lista de vigilancia. La amenaza ha hecho metástasis. Hay más regímenes, en zonas dispersas, que se enfrentan al extremismo violento”, explica Moghadam.

África se ha convertido en la nueva frontera del yihadismo entre el Sahel y el Magreb, Somalia y Libia, Mozambique y la República Democrática del Congo (RDC). Una expansión que suena a fracaso.

El frente de la yihad “se ha trasladado de Oriente Medio a África”, apunta Brenda Githing’u, analista antiterrorista basada en Johannesburgo. Para ella, Occidente ha sido incapaz de “anticipar la aparición de un nuevo campo de batalla y de tener en cuenta el potencial de África en términos de una nueva yihad”.

IRÁN, RUSIA Y CHINA. El orden mundial también ha cambiado. El 11S proclamó de la noche a la mañana al terrorismo islamista como el “enemigo número uno” de Estados Unidos y sus aliados. Desde entonces, han aumentado las tensiones con Irán, Rusia y China.

Al mismo tiempo, están surgiendo otras amenazas. Ni Al Qaida ni el Estado Islámico parecen tener los recursos para cometer en lo inmediato un ataque masivo contra Occidente, como el atentado de París del 13 de noviembre de 2015, pero la amenaza de los “lobos solitarios”, a menudo radicalizados en internet y que matan indiscriminadamente, en nombre de unos u otros, con una pistola, un cuchillo o un camión, tiene a los servicios de inteligencia desbordados. Lo que es cierto es que veinte años después, la amenaza yihadista no ha desaparecido, sino que ha mutado.

Europa teme infiltración de terroristas entre evacuados
La evacuación de miles de afganos por vía aérea desde Kabul, que intentan huir de los talibanes, plantea el riesgo de que posibles yihadistas se infiltren entre los refugiados. Los policías europeos están en alerta y no han olvidado la avalancha de refugiados procedentes de Siria, entre los que se encontraban algunos de los autores de los atentados de París de 2015. De ahí la imperiosa necesidad de vigilar a los nuevos llegados.
“Nos gustaría poder abrir nuestras puertas, sin más”, dijo a la BBC James Heappey, secretario de Estado de las Fuerzas Armadas británicas. Pero “hay gente tratando de aprovechar la situación para entrar en Reino Unido y hacernos daño”, añadió.
En Francia, uno de los cinco afganos evacuados de Kabul fue detenido el lunes por haber tenido contactos con los talibanes. El recuerdo de Siria sigue vivo entre las autoridades. “Por supuesto que existe un riesgo de infiltración (por parte de los terroristas). Por eso hay que estar muy atentos”, comentó Didier Leschi, director de la Oficina Francesa de Inmigración.

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