“Comenzamos el 2020 con muchos planes para la empresa. Teníamos el proyecto de ampliación del local, gestión del nuevo registro de establecimiento, conocido como RE, y registros sanitarios (RSPA), para ciertos productos que pensábamos lanzar al mercado en distintos puntos de ventas. Todo esto pensábamos tener listo para julio de este año”, recuerda Lezcano.
Sin embargo, los proyectos se interrumpieron con el inicio de la cuarentena en marzo. “Sabíamos que en adelante sería incierto el panorama económico, debido a que el sector gastronómico fue el más golpeado con el cierre total de los establecimientos los primeros meses”, cuenta la propietaria.
Así, las reformas del local se pospusieron por precaución a la exposición a personas extrañas al núcleo familiar. Brevemente, cerraron las puertas y analizaron la situación. “Teníamos que decidir si despedíamos al personal o continuábamos pagando sueldos hasta donde se pudiera aguantar. En consenso familiar, ya que este siempre fue y seguirá siendo un emprendimiento exclusivamente de nuestra familia, decidimos no despedir al personal y continuar pagando salarios”, subraya Liliana Lezcano.
Para llevar adelante esta resolución, utilizaron los ahorros que serían destinados a cubrir gastos de construcción y pago de aranceles de habilitación por parte del Instituto Nacional de Alimentación y Nutrición (INAN).
AIRES DE ESPERANZA
Tras la liberación de las fases, el Almacén del Celiaco inició el proceso de ampliación y adecuación del local, ubicado sobre Ygatimí casi Colón, y de la cocina, para inmediatamente solicitar la aprobación del INAN a fin de comenzar a elaborar nuevamente los productos lo antes posible.
“Pasaron cinco meses hasta poder llegar a esta etapa y finalmente reabrir nuestras puertas con el respaldo del registro de establecimiento concedido por la autoridad competente”, detalla Liliana.
Para la emprendedora, nunca fue una opción cerrar definitivamente su proyecto. “Teníamos la determinación de aguantar el tiempo que fuera necesario, porque este es un emprendimiento iniciado en el 2015, enfocado en una minoría con condición de salud especial (celiaquía) y hasta delicada, si se quiere decir”, explica.
Por lo tanto, como familia, Lezcano manifiesta que la misión fue y es aportar a la sociedad “un granito de arena”, brindando opciones que durante muchos años no tenían los celiacos en el Paraguay.
“Tenemos tres integrantes de la familia con diagnóstico de alergia al gluten y celiaquía; sabemos y entendemos la necesidad de contar con opciones en el mercado local”, subraya.
Como recompensa, Lezcano recibió el retorno de los clientes antiguos, “los fieles de la Abuela”, como les llaman, y clientes nuevos que comenzaron a seguirles en redes sociales @almacendelceliacodesaboresdelaabuela. “Sentimos que todo el sacrificio de cinco largos meses valió la pena”, enfatiza.
Desde la quincena de agosto, el restaurante para celiacos acepta el desafío de afrontar la pandemia, con atención tomando todas las precauciones sanitarias correspondientes.
resistencia. Con sacrificio y unión familiar, un restaurante de productos especializados se sostiene en la pandemia.