–¿Cómo decidió empezar a emprender y por qué eligió apostar por el mundo de los cosméticos?
–No comencé muy joven con mi empresa, comencé recién a los 36 años. O sea, mi historia no es la de un joven emprendedor, a pesar de que mi espíritu siempre fue el de un joven. Ya tenía una buena experiencia laboral, aunque no terminé el bachillerato, pero era vendedor y hacía de todo. Todo empezó en 1980, con mi esposa, Celina, y yo recién casados y con nuestras hijas gemelas en camino. Estaba sin recurso alguno, además mi señora no podía trabajar por tener un embarazo de riesgo y después llegaron dos hijas juntas. Comencé vendiendo relojes por la calle Palma para salir del apuro, porque estaba sin trabajo. Ese hecho de que me haya quedado sin trabajo, fue un empujón que me dio la vida para que saliera adelante. Lo que aparentemente fue como una tragedia para mí, se convirtió en algo positivo, en un proceso de aprendizaje.
–¿Cómo se fue dando el proceso de vender relojes en la calle hasta llegar a crear un gran emporio de productos de cosmética?
–La empresa cumple este mes 42 años y su creación se divide en dos etapas cruciales. En los primeros 20 años fue una importadora y distribuidora comercial de productos de diversas marcas. Al principio, vendía productos locales, pero después empecé a importar marcas brasileñas, como el esmalte Colorama, que en aquella época se convirtió en el número 1, gracias a que trabajaba de sol a sol porque tenía una familia a la que mantener. También colocamos como número uno en el país otras más, como jabón Campos Verdes y Antiall, que yo representaba.
–Para llegar a esa etapa, seguro tuvo que entablar contacto con los proveedores de los productos de belleza, ¿cómo se abrió esa oportunidad en el mundo de la belleza femenina?
–En principio, trabajé en relación de dependencia con la empresa Compañía Paraguaya de Cosméticos, que existe hasta ahora, que vendía la marca nacional Polyana. Yo compraba sus productos y ellos me hacían un descuento del 8%. Me diligenciaba para vender, entregar, cobrar, todo. Y también trabajé para Catedral, Heisecke y varias empresas más. Luego, en el año 1984, mi empresa ya tenía razón social y empecé a importar mercaderías como el famoso talco Veritas, que era mi producto estrella. Marcas como Colorama, Antiall, Depimiel, Fragancias Cannon, Mujercitas eran todos productos que yo traía, y algunas las importamos hasta hoy.
–¿Y si ya representaba tantas marcas como importador y le iba bien, por qué decidió crear sus propios productos?
–Es que en esos primeros 20 años de creada mi empresa, las fabricantes de los productos cosméticos se vendieron. Primero se vendió Antiall y me quedé sin esa marca, tuve que traer otra. Después, en el 2000, se vendió Colorama, que compró L’Oreal, y fue ahí que mi señora y yo dijimos “Vamos a crear nosotros nuestras propias marcas porque estoy cansado de traer una marca y que luego se venda”. Entonces creamos NewColor y Carey, las registramos y empezamos a fabricar, primero en jarrita. Eso fue en el 2000, o sea nuestra industria en sí tiene 20 años nada más. Y cada vez que se vendía una empresa cuyo producto representábamos en el país, nosotros empezábamos a fabricarlos. Así creamos NewColor, Carey, Doddy, Dr. Wells, Superlife, Loli, a partir del 2002. Ahora, estamos fabricando otra marca de fragancia que se llama Loia, mediante una alianza con Rondina, y comercializamos con éxito casa por casa.
–¿A cuántas mujeres llegan sus productos de belleza en el país, según las ventas que registran?
–En este momento, en Paraguay, 300.000 mujeres usan nuestra tintura de cabello Carey, por lo menos una vez al mes. O sea, hay 3.000.000 mujeres en Paraguay y el 10% de esas mujeres utilizan nuestros productos mensualmente. Además de eso, exportamos a Uruguay, en donde nuestras marcas de esmaltes para uñas, Carey y NewColor, son número uno en ventas desde hace un buen tiempo ya, así como la tintura para el cabello Carey.
–Se puede decir que tiene suficiente experiencia para emprender con éxito. ¿Cuál es el principal requisito para no fracasar en el intento?
–El mensaje que yo siempre doy a los jóvenes es que el emprendedurismo se puede iniciar en cualquier momento. Yo, a los 36 años ya no era tan joven, sin embargo, inicié un negocio, y a los 58 años comencé una industria. O sea, no hay edad para emprender, lo que hay que tener es el espíritu joven y las ganas, así como algunas otras condicionantes relevantes como, por ejemplo, persistir, enfocarse, no asustare ante las dificultades y usarlas como aprendizaje. El joven de hoy día quiere solucionar un problema en seis meses, quiere volverse rico y apenas encuentra una dificultad, se va a otra cosa, y así no funcionan las empresas. Todo se va logrando lentamente, yo trabajé 42 años para llegar a la meta y sigo trabajando, aunque ya esté jubilado. Para mí, otra cosa muy importante es la cuestión moral, espiritual, la humana, no trabajar solo por el lucro, por ganar dinero, sino trabajar también por generar un buen ambiente, compañerismo, solidaridad, que la gente sea feliz trabajando, no como una mina que uno entra a cavar y sufre como loco para sacar una piedra, sino que el trabajo sea disfrutable.
–¿Cómo proyecta que seguirá su empresa, planean seguir exportando, ganando más mercados?
Nuestra empresa tiene 350 funcionarios y somos líderes en Paraguay en varias categorías de productos, como esmaltes de uñas, tintura capilar, toallitas húmedas. Antes de iniciar la pandemia, nosotros ya estábamos en un proceso de transición, en que mis tres hijos, las gemelas y un varón, tomaron las riendas de la empresa. Siempre veo las dificultades como una oportunidad, mi cerebro funciona así, porque ya me pasó lo peor que le puede pasar a una persona: Una esposa embarazada, yo sin trabajo, ella con doble maternidad, sin tener nada, pero a pesar de esas dificultades, pude salir adelante. Y me pasaron muchísimas cosas en 40 años, se me quemó un depósito, se me inundó la mitad de mi empresa en Pilar con la crecida del río, montones de cosas que fueron pasando, pero siempre uno puede salir adelante, si toma con espíritu positivo las vicisitudes de la vida. Se presenta un problema, pero hay que saber que mañana será una anécdota y que uno debe seguir adelante, eso lo tengo bien incorporado a mi carácter, soy positivista.
–¿Pero cómo salvó el problema de la falta de dinero; para emprender también se necesita capital, es fundamental, no son solo ganas?
–Al emprendedor que inicia un negocio, yo le digo: La parte financiera es una parte importante del negocio, no es barato emprender, hay que tener siempre un socio financiero: El banco. Primero, presté plata de mi papá, después me fui al banco a pedir un crédito y me dijeron: “Usted no tiene antecedentes, nunca fió, siempre compra al contado”. “Yo no quiero deber”, les respondí. “Bueno, entonces no le podemos prestar”, me dijeron. Entonces, al emprendedor le digo que una de las primeras cosas que debe hacer es ir al banco y pedir un préstamo, a sola firma, sin hipotecar nada, aunque sea G. 500.000. Mi primer préstamo fue de G. 500.000, a un año de plazo, del Banco de Asunción. Como no me querían dar por no tener antecedentes, les pregunté hasta cuánto me podían prestar a sola firma y, en ese entonces, había un plan llamado “Credi Amigo” o algo así y me dieron el dinero y compré mercadería por esa plata y así fue aumentando mi crédito, por ser cumplidor en los pagos. Siempre cumplir con el crédito es otra cosa fundamental para un emprendedor, nunca fallarle a su proveedor ni al banco. Llegué a prestar dinero de tres bancos diferentes de la época: Banco de Asunción, Citybanck y Banco Unión, le debía a los tres e iba pagándoles, hasta que en un momento dado, en que me sobró dinero, le dije a mi señora: “Vamos a hacer una financiera interna en la empresa. Le di algo así como USD 20.000 y le dije, “Nosotros vamos a prestar de manera interna, para que el dinero fuera girando dentro de la empresa”, y rápidamente en uno o dos años, ya no prestamos más dinero, porque empezamos a generar ganancias. Hace 10 años que no prestamos dinero de los bancos. “El secreto es no gastar más de lo que ganás, nunca; tenemos una vida austera”. Una empresa es como una vaca que da leche; si uno ordeña la vaca y le sacas leche, si compras con tus ganancias una camita y no alfalfa para alimentar a tu vaca, morirá la vaca. Primero hay que comprar la alfalfa y si sobra, te compras la camita. Si no sobra, aguantarse hasta que tengas otra vaca.
–Después de dominar el mercado paraguayo de los cosméticos, ¿cómo proyectan seguir expandiéndose?
Ahora estamos apostando fuertemente a la exportación. En Uruguay ya somos muy fuertes y también teníamos una oficina en Buenos Aries, que cerró por la pandemia. Pero planeamos volver a la Argentina, que es un buen mercado, que gusta mucho nuestros productos. En Bolivia, firmamos un contrato la semana pasada, en Santa Cruz de la Sierra, con una empresa más grande que la nuestra, que está incorporando todos nuestros productos para vender en este país. Y también estamos viendo de exportar a Perú y Chile. Además, exportamos a Guatemala, o sea, apostando fuerte a la exportación, porque tenemos que seguir creciendo. Creceremos a nivel interno de manera horizontal, incorporando más productos, y con la exportación, vendiendo más productos.
Hoy en día, hay 300.000 mujeres en Paraguay que usan nuestra tintura de cabello Carey, por lo menos, una vez al mes. Eso representa el 10% de las 3 millones de mujeres que hay en el país.
El joven de hoy día quiere solucionar un problema en seis meses, quiere volverse rico, y apenas encuentra una dificultad, se va a otra cosa, y así no funcionan las empresas.
“Empresa del Año”
La Asociación de Empresarios Cristianos (Adec) premió a la empresa Unión SRL como Empresa del Año 2021. Esta firma se destaca por su sostenido crecimiento económico e impacto positivo en el desarrollo profesional del sector de la belleza y cuidado de la familia, y refleja su compromiso empresarial promoviendo el trabajo digno y la solidaridad con la comunidad.
entrevista a josé emategui, propietario fundador de la empresa unión srl
José Emategui es el creador de renombradas marcas nacionales como Carey y NewColor. Este año, ganó el premio ADEC a Empresa del Año. Pasó de vender relojes a crear productos para realzar la belleza femenina.
Una empresa es como una vaca que da leche; si uno ordeña la vaca y la vende y con tus ganancias compra una camita y no alfalfa para alimentar a la vaca, entonces la vaca morirá.