Todos los campesinos presos por la masacre de Marina Cué en Curuguaty, todos son absoluta e igualmente inocentes. Así lo han confirmado los jueces en la casación. Están todos libres de pena y de culpa.
Pero que deje Tacumbú falta uno: Rubén Villalba. Le queda un mes para cumplir los siete años que le impusieron por un juicio extinguido en el 2008. Un campesino de Yasy Cañy vendió su parcela dada por el Indert a brasileños (cosa prohibida) y este sembró soja contaminando con herbicidas a todas las otras parcelas. Rubén fue sindicado como líder del grupo que protestó y en un juicio relámpago, el mismo juez de Curuguaty, el tristemente famoso Trinidad Zelaya, lo condenó.
Rubén Villalba nació en Quyquyhó (Paraguarí) en 1965. Cuando era adolescente fue reclutado por las FFAA. Trabajó, luego vendiendo por las calles de Asunción. Volvió más tarde al campo, primero a Caaguazú y luego a Canindeyú. Estuvo de catequista de confirmación.
Después del día de la masacre hizo dos huelgas de hambre con sus compañeros para conseguir la prisión domiciliaria. A él se la negaron e hizo otra tercera huelga.
Las fiscalía de Jalil Rachid lo acusó de haber matado al comisario Lovera fijándose en que llevaba una remera roja. Con un estudio minucioso posterior se supo que aquel día el que llevaba la remera roja era Pindú, otro campesino que estaba cerca de Lovera y murió en la masacre.
La fiscala Iliana Alcaraz basó toda su prueba para acusarle con 30 años y 10 más por peligrosidad, en el testimonio de la fiscala y no en ningún hecho punible
Repetimos cuando falta un mes para los siete años de reclusión y libre de toda pena y culpa por la casación, queremos su inmediata libertad.
El que fue fiscal general, Díaz Verón, durante estos seis años anda prófugo por robo. Era el consejero de Jalil Rachid. Pa’i Oliva