En estos días fríos, hay 30 alumnos del séptimo y octavo grados del Colegio Nacional Yvype, en San Pedro, que dan clases bajo árboles y para mitigar el frío encienden fogatas.
Las autoridades prometieron aulas nuevas, pero nunca cumplieron. Ubicado en la tercera línea del distrito de Lima, el desafío de aprender de los adolescentes y el de enseñar de los maestros transcurren en condiciones de gran precariedad. Por la falta de respuesta de las autoridades, los padres tuvieron ellos mismos que construir dos aulas.
En el Este del país, los estudiantes de la Escuela Básica N° 3911 Divina Misericordia, de Hernandarias, dan clases bajo un tinglado y soportan el intenso frío porque no hay aulas para algunas secciones. Cuando llueve se les pide a los padres que no envíen a sus hijos al colegio. La situación se da porque la empresa contratada por la Municipalidad para construir las aulas se ha retrasado. El proyecto se realiza con recursos del Fonacide. Este es un caso ejemplar de inoperancia.
Estas, lamentablemente, son las condiciones que deben padecer cerca de 200 escuelas públicas, algunas de ellas incluso presentan serios riesgos de derrumbe. Algunas de las escuelas no tienen energía eléctrica o servicio de agua potable; la provisión de agua procede de aljibes, pozos artesianos e incluso tajamares. En cuanto a los servicios sanitarios, en el país hay 444 escuelas con letrina común y 76 que funcionan con letrina común y pozo ciego, mientras que 73 instituciones no tienen ningún tipo de sanitarios.
No cabe duda de que Paraguay ha desaprovechado el bono demográfico, esta potencialidad productiva extraordinaria que ya no se volverá a repetir en el futuro y que había que aprovechar brindando todas las posibilidades a los jóvenes para que desarrollen sus potencialidades. Un buen primer paso habría sido la inversión en Educación, pues, como señalaba la investigación del sociólogo Luis Ortiz sobre la gratuidad de la educación pública, las familias más pobres en Paraguay invierten hasta el 40,8% de sus ingresos en la educación pública, pese a que la Constitución Nacional establece la gratuidad a cambio de la obligatoriedad de la educación escolar básica.
Este sistema que actualmente está en crisis, con la aparición del elemento de la violencia en los colegios, requiere de una urgente revisión para analizar las mejores opciones de modo a superar la incertidumbre. La polémica resolución del Ministerio de Educación que autoriza el cateo de mochilas y pertenencias de los estudiantes, supuestamente, para resguardar la seguridad es resistida por los estudiantes que afirman estar siendo criminalizados. No obstante, las medidas avanzan y hay colegios que ya implementaron el detector de metales.
Paraguay debe invertir más y mejor en la educación de sus niños y jóvenes. La escuela pública debe ser refundada y debe ser realmente donde se formen los líderes de las próximas generaciones, pero para eso los estudiantes precisan de infraestructura adecuada para aprender, necesitan contar en sus escuelas y colegios con bibliotecas, laboratorios, computadoras y mejores contenidos.
El promedio de años de estudio en el país es uno de los más bajos de la región, de apenas 9,5 años; y la inversión de 800 dólares en cada estudiante es un engaño, ya que el 90% de esos recursos se destinan a salarios, por ello, la inversión en cada estudiante queda en apenas 80 dólares. Necesitamos un estadista que entienda que la educación pública es lo que nos puede dar una oportunidad para superar las desigualdades que hoy excluyen a millones de paraguayos de una vida digna. Debemos reclamar más recursos, pero sobre todo un mejor uso de los mismos.