El primer ministro israelí en funciones, Benjamín Netanyahu, llamó el jueves a los diputados derechistas a rechazar el “Gobierno del cambio”, que le echaría del poder tras 12 años con una frágil coalición de partidos de todo el arco ideológico –de la ultraderecha a la izquierda e incluso árabes–, pero que ahora se ve amenazada ante el riesgo de tránsfugas que cambien de bando.
Tras largas semanas de negociaciones, ocho partidos opositores alcanzaron un pacto para un Gobierno que dejaría a Netanyahu a la oposición y acabaría con más de dos años de bloqueo político, pero el escepticismo y la incertidumbre siguen marcando el país y pocos dan por seguro que el nuevo Ejecutivo llegue a materializarse.
RATIFICACIÓN PENDIENTE. Este también queda pendiente de ser ratificado en una votación en la ceremonia de investidura, para la que aún no hay fecha exacta, y ante los días restantes que le quedan de margen los analistas prevén que Netanyahu utilice hasta el último cartucho para hacer descarrilar los progresos de sus máximos rivales y evitar que alcancen la mayoría de 61 escaños imprescindible para establecer un Gabinete.
El miércoles, tras intensas conversaciones el líder centrista y opositor Yair Lapid, encargado de formar gobierno, comunicó al presidente del Estado de Israel, Reuven Rivlin, que logró un acuerdo para un Ejecutivo que aglutina a un variopinto conjunto de fuerzas, incluso antitéticas a nivel ideológico, pero que intentan encajar de acuerdo con una única meta en común: destronar a Netanyahu. EFE