¿De qué sirve llenar la casa, los árboles, la ciudad entera de luces doradas y resplandecientes... cuando el alma permanece a oscuras?
¿De qué sirven tantos árboles de plástico importado, adornados con nieve de algodón, ni tantos muñecos barbudos ridículamente vestidos con abrigos de lana en medio de este calor infernal... cuando bastan “dos trocitos de madera” -como canta Maneco- para techar el mágico pesebre?
¿De qué sirve atropellarse en los shoppings y en los comercios, buscando regalos y más regalos... cuando lo que hace falta es un simple gesto verdaderamente solidario, una acción de caridad humana y cristiana que nazca desde lo profundo del corazón... para darle el real sentido a la Navidad?
¿De qué sirve gastar tanto dinero en fiestas, manjares, bebidas, adornos, show, luces, música... si el niño Jesús -cuyo cumpleaños celebramos- eligió todo lo contrario: nacer en un humilde establo de animales y vivir su vida en la mayor austeridad?
¿De qué sirve el infernal estruendo de las bombas y los petardos, el vértigo de la velocidad en las calles, el volumen de la cachaca o el reguetón al máximo... si todo eso no alcanza para llenar el vacío interior?
¿De qué sirve inundar internet o el correo postal con bellas y coloridas tarjetas navideñas, con esplendorosos mensajes que reproducen los mejores deseos en letra brillante... si todo lo que allí dice nunca lo ponemos en práctica?
¿De qué sirve regalar pan dulce y sidra... si vamos a olvidarnos por el resto del año de quienes nada tienen para comer y beber?
En esta Navidad, extiendo un abrazo solidario a los familiares de las víctimas y a los sobrevivientes del incendio del Ycuá Bolaños, que han conmemorado la Nochebuena con 400 ovejitas en el pesebre, en homenaje a quienes han perdido la vida en aquel trágico suceso.
Las fiestas navideñas refuerzan la ausencia de los seres queridos, y más aún cuando se sabe que esa ausencia fue causada por un sistema criminal de lucro y codicia, que privilegia al dinero antes que a las vidas humanas. Pero nuestras 400 víctimas de 1-A no están ausentes, porque sobreviven en el corazón y en la memoria. La que sí continúa ausente... es la Justicia.
A pesar de todo, y porque a cada instante que transcurre se nos brinda la oportunidad de ser siempre mejores: ¡Feliz y solidaria Navidad, y un más constructivo 2011!