06 sept. 2025

NATASCHA, AÚN OBSESIONADA CON SU SECUESTRADOR

Natascha Kampusch, la que fue secuestrada por ocho años, afirma que no puede borrar de su mente lo que pasó: “Lo que él me hizo no se borra”

Fuente: AFP

Un año después de escapar de su captor, la joven austriaca Natascha Kampusch sigue obsesionada con el hombre que la mantuvo secuestrada ocho años y medio en una casa de los alrededores de Viena, según emitió ayer a la televisión pública de Austria ORF.

“Lo que él me hizo no se borra y resurge con regularidad. Intento adaptarme a ello y asumirlo en la medida de lo posible”, afirma la joven, de 19 años, en su primera aparición mediática desde hace siete meses.

La entrevista, realizada a principios de agosto y difundida ayer, tuvo lugar durante un viaje que la cadena ORF le ofreció a Natascha Kampusch en Barcelona, donde esta pudo salir por los cafés de la ciudad y navegar.

Secuestrada en 1998

La joven, quien fue raptada de camino a la escuela en 1998, a los 10 años, permaneció oculta en un cuarto subterráneo cavado por Wolfgang Priklopil, antes de escapar el 23 de agosto del 2006.

Su secuestrador, un agente inmobiliario de 44 años, se suicidó la noche en que esta huyó tirándose al paso de un tren.

La joven siempre se ha reservado los detalles de los vínculos ambivalentes que mantuvo con su secuestrador durante su cautiverio. Sin embargo, nunca ha logrado deshacerse del recuerdo de Priklopil y sigue conservando, según su madre Brigitta Sirny, una foto de su féretro. “Lo único que puedo decir, es que [Priklopil] me da cada vez más pena”, mantiene Natascha Kampusch.

Intenta llevar una vida normal

“Sigo sin saber cómo definir la amistad y necesitaré mucho tiempo para volver a confiar plenamente en alguien”, añade.

Sobre su estado general sostiene: “Estoy cada vez mejor, pero me asusto fácilmente y sigo teniendo problemas de tensión” debidos a la falta de atención médica y de ejercicio durante su secuestro.

Natascha, que se encuentra bajo un seguimiento psicológico intensivo, se esfuerza por llevar una vida normal pese a las secuelas y la presión mediática.