Un abogado, un médico y el director ejecutivo de una compañía de entretenimiento son quienes signan las políticas del Departamento de Asuntos de Veteranos de los Estados Unidos. Lo que tienen en común Marc Sherman, Bruce Moskowitz e Ike Perlmutter, respectivamente, es que son amigos del presidente de su país, forman parte del exclusivo club Mar-A-Lago –perteneciente a Donald Trump– no son funcionarios del Gobierno y ninguno de ellos estuvo en guerra alguna.
Según reveló a comienzos de mes la neoyorquina agencia de noticias ProPública –dedicada a la investigación periodística– la camarilla externa que muchos en el Departamento (con sede en Washington) llaman Multitud de Mar-A-Lago, es la que ha venido tomando todas las decisiones sobre políticas y personal en la sensible institución pública norteamericana que gestiona los derechos y beneficios de los veteranos militares, a los que Trump prometió mayor asistencia médica privada.
Pilas de documentos agenciados por ProPública mediante el Acta de Libertad de Información muestran cómo, desde que Trump está sentado en el Salón Oval, este triunvirato se ha comunicado –preferentemente por correo electrónico, aunque también por teléfono y con funcionarios han viajado a California para reunirse con él– al más alto nivel del Veterans Affairs, para definir nuevos programas y acciones. No sin casualidad, estos suelen redundar en favor de los amigos ricos de Trump.
El hombre neurálgico es Perlmutter (75). Sionista nacido en Palestina bajo el Mandato Británico, no se cuenta casi con fotografías suyas, a pesar de ser quien decide qué superhéroe de Marvel se verá en las pantallas del orbe. En Hollywood, nadie ignora que hasta hace poco era él quien vetaba las películas con superheroínas; que, al frente de la compañía, fue él quien reubicó a mujeres influyentes en puestos menores; que no le caen en gracia los negros, ni mucho menos. A la jefa de licencias de productos, Jessica Dunne, un día le espetó: “Tengo una bala que lleva tu nombre”.
En febrero del año pasado, Spiderman y Capitán América estuvieron haciendo de las suyas en la celebración oficial del Día de los Veteranos: es decir, promocionar la empresa de Perlmutter, a esas alturas absorbida por Disney.
Moskowitz (70), por su parte, presionó para que Apple y el Departamento desarrollaran una aplicación para veteranos que los ayudara a encontrar servicios médicos cercanos. El desarrollador fue su hijo, Aaron. Para Moskowitz no es más que la contratación de un “experto técnico”.
Fue Sherman (63), junto con Moskowitz, quien juntó a Trump en una reunión con ejecutivos de la medicina privada, el 28 de diciembre de 2016, el día en que fue tomada la única foto actualizada de Perlmutter. El tema: el negocio de las empresas con la salud de los veteranos.
Cada vez que han sido consultados acerca de su rol irregular, la ultraderechista Multitud de Mar-A-Lago contesta invariablemente que lo hace como un favor desinteresado. Sin embargo, “todos tienen que agacharse y besar el anillo”, le dijo a ProPública un funcionario del Departamento con respecto a la influencia foránea de este “consejo” en las sombras.
En Estados Unidos están sorprendidos por el cinismo de Trump y los suyos. No conocen a Horacio Cartes, cuyo esquema de gobierno –salvando las distancias– era exactamente este: un país a medida de los amigos millonarios.
