Yan Speranza, past-president del Club de Ejecutivos
Se ha lanzado recientemente la fantástica iniciativa de construir en nuestro país un Museo de Ciencias (MuCi), de clase mundial.
Cuando decimos de clase mundial no estamos exagerando. Se plantea, por ejemplo, la construcción de un planetario con tecnología de última generación, que no existe aún en toda Latinoamérica y solo hay dos más a nivel mundial.
Pero ¿por qué es tan importante para nuestro país que podamos contar con un museo de ciencias de vanguardia? Compartamos primeramente algunos datos que nos muestran la tremenda orfandad de nuestra formación en ciencias.
La prueba PISA es una evaluación internacional sobre los niveles de aprendizaje de los jóvenes de 15 años en comprensión lectora, en matemáticas y ciencias. Se toman muestras representativas a nivel nacional y participan alrededor de 80 países del mundo. Nuestro país ha participado de una versión de la misma denominada PISA-D en el año 2018.
Dicha prueba tiene niveles de aprendizajes esperados para la edad y, en concreto, en ciencias el 76% de nuestros jóvenes está por debajo del nivel mínimo de competencia. En matemáticas es aún peor, pues el 92% de los jóvenes se encuentran en dicha situación.
A nivel regional existe otra prueba que la toman unos 15 países latinoamericanos denominada LLECE, y acá se evalúa a chicos del sexto grado de la educación escolar básica. En la prueba del año 2019 en ciencias el 91% de los estudiantes que tomaron la prueba se encuentran por debajo del nivel mínimo de competencias y en matemáticas el 95%.
En cuanto a los procesos cognitivos, las pruebas de ciencias contemplan tres grupos de habilidades centrales: reconocimiento de información científica, análisis y aplicación del conocimiento científico, transferencia y evaluación del conocimiento científico. Y los temas específicos evaluados reflejan una relación de la ciencia con problemas reales de la sociedad actual como energía y materia, seres vivos y medio ambiente, cuerpo humano y salud, tecnología y sociedad entre otros.
Debemos tomar muy en serio estos resultados, puesto que se tratan de indicadores que nos muestran con mucha claridad las verdaderas limitaciones hacia el desarrollo.
Pensar que la inversión en ciencia es solo un lujo que se pueden dar los países desarrollados y que eventualmente se ira haciendo a medida que nuestro país se vuelva más rico, es entender la lógica causa-consecuencia exactamente al revés.
Si no desarrollamos en nuestros niños y jóvenes el pensamiento crítico, curioso, experimentador, en definitiva, el pensamiento científico, no vamos a alcanzar los estadios de desarrollo que todos buscamos.
Este Museo de Ciencias al cual hacemos referencia, tendrá una inversión millonaria que ya está asegurada a partir del aporte filantrópico de personas muy comprometidas con esta causa y que han creado un grupo de trabajo que integran también destacados referentes del ámbito científico y académico.
La contrapartida del Estado (del cual formamos parte de hecho) es disponibilizar el espacio físico. Y, claramente, el Jardín Zoológico y Botánico de Asunción tiene las condiciones ideales, a partir de un proyecto que respete a rajatabla el medio natural.
Será un espacio público abierto a la ciudadanía y cientos de miles de niños y jóvenes tendrán la oportunidad de visitarlo y sencillamente mejorar ostensiblemente sus posibilidades de aprendizaje de las ciencias.
El talento innato en los seres humanos está en general biogenéticamente distribuido, no así las oportunidades en el marco de una sociedad bastante desigual. Por ello, se trata también de una iniciativa de equidad, que apunta a ofrecer un bien público de calidad para todos y particularmente para la población escolar.
Estos admirables museos los vemos a menudo en las grandes ciudades de muchos países desarrollados y nos causa una sana envidia. Hoy tenemos la ocasión de tenerlo en casa, y debemos apoyarlo decididamente.
Sin dudas, un aporte extraordinario al país.