El general retirado Antonio Hamilton Mourao, compañero de fórmula del presidente electo de Brasil Jair Bolsonaro, construyó su reciente carrera política con amenazas de golpe de Estado y proyectos de convocatoria a constituyentes sin el voto popular, aderezados con comentarios racistas y odas a la tortura.
Mourao, de 65 años, empezó a ganar notoriedad con su defensa de la dictadura militar (1964-85). En 2015 criticó al Gobierno y a la “clase política”, lo que le costó el comando de su tropa y su transferencia a un cargo burocrático.
Ocupó decenas de titulares en 2017 cuando en un evento organizado por una logia de la Francmasonería advirtió que si las instituciones no “solucionan el problema político (...), nosotros [los militares] tendremos que imponer eso”.
El polémico general fue solo la cuarta opción de Bolsonaro para acompañarlo como compañero de fórmula. Su nombre no aportaba base electoral ni experiencia política, pero podía servir de antídoto a quien quisiera destituir a Bolsonaro, pues sería su vicepresidente quien lo reemplazaría. El vice “tiene que ser alguien por quien no compense pedir un impeachment”, explicó a mediados de año Eduardo Bolsonaro, uno de los hijos del ahora presidente electo.
En campaña, el general retirado coleccionó un historial de polémicas que incomodaron hasta al propio Bolsonaro.
En septiembre, dijo que las familias sin figura paterna eran “fábricas de elementos desajustados que tienden a ingresar en bandas de narcos”.
Luego se dijo contrario al pago del aguinaldo (décimo tercer mes) para los trabajadores.
Volvió a crear consternación al afirmar que Brasil podría necesitar una nueva Constitución que “no necesariamente sería elaborada por representantes del pueblo”. Bolsonaro lo tuvo que desautorizar en cada ocasión.