10 jun. 2025

Monseñor Martínez recibe el palio y pide por los vulnerables y excluidos

El nuncio le impuso al preconizado cardenal Mons. Adalberto Martínez la insignia del compromiso del buen pastor para dirigir la arquidiócesis de Asunción en una Iglesia que sale de sí misma.

En su cumpleaños número 71, el arzobispo metropolitano de Asunción, monseñor Adalberto Martínez Flores, recibió ayer en la Catedral Metropolitana el palio arzobispal que le fue impuesto por el nuncio apostólico, Mons. Eliseo Antonio Ariotti, en nombre del papa Francisco y ante los obispos del Paraguay.

Se trata de un ornamento litúrgico de honor y de jurisdicción que se coloca sobre los hombros, simboliza a la oveja perdida y del Buen Pastor que da la vida por su rebaño. ‘‘Agradezco al papa Francisco que se haya fijado en este servidor para llamarlo a ser pastor de esta porción del pueblo de Dios. Desde esta sede metropolitana de Asunción, le expreso una vez más mis sentimientos de fidelidad y de obediencia pidiendo su paternal bendición’’, expresó.

El preconizado cardenal –el primer paraguayo elegido para formar parte del consejo del Papa– inició su homilía recitando el Salmo 23: “El Señor es mi pastor, nada me falta’’.

SERVICIO

Aclaró a los fieles que el obispo ni el cardenal son príncipes de la Iglesia y que, por el contrario, están para servir a los demás. “El que quiera ser el primero, debe ser servidor de todos”, recordó las palabras de Jesús.

Más que nunca las personas tienen necesidad de ser escuchadas y por eso, según el arzobispo, los pastores deben destacar en el arte de escuchar. Destacó que en el ministerio pastoral es fundamental el conocimiento concreto y profundo de las personas que nos han sido encomendadas.

En este sentido, el también presidente de la Conferencia Episcopal Paraguaya señaló que el palio se convierte en “símbolo de nuestro amor a Cristo, y de que, unidos a Él, los pastores deben amar a todas las personas, en particular a los heridos que están caídos al borde del camino, a los cansados y agobiados, a los que están desorientados, a los que buscan sentido y se plantean interrogantes, a los pobres y humildes, a todos, sin exclusiones”.

En este contexto, monseñor Adalberto resaltó que la Iglesia es ‘‘sinodal, misionera y samaritana’’ y está llamada a salir de sí misma y dirigirse hacia las periferias, salir a las calles y asumir ‘‘la carne sufriente de Cristo’’ en los rostros de los vulnerables, excluidos y descartados de la sociedad como son los indígenas, campesinos, niños, mujeres, ancianos, los desempleados, los adictos a las drogas, los enfermos sin hospitales ni medicamentos, hambrientos sin el pan, los presos que hacinan cárceles en condiciones infrahumanas.

PREOCUPACIÓN

El monseñor Adalberto Martínez mencionó que la fortaleza e integridad de la familia están en el centro de la preocupación pastoral; especialmente las familias más vulnerables, sin protección social, sin acceso a una vida digna; familias con hijos huérfanos de afectos, desorientadas, sin educación ni dirección.

‘‘El Paraguay necesita con urgencia signos de esperanza de quienes tenemos responsabilidad ante la sociedad. (...) la tarea del bien común es de todos, sin distinción de credo religioso ni partidos políticos’’.

Apeló a todas las personas de buena voluntad que están llamadas a ser parte de una ‘‘cruzada nacional para el saneamiento moral de la nación’’ ya que ‘‘esta es una tarea urgente e impostergable’’.

El primado de la Iglesia paraguaya hizo un llamado a los laicos invitándolos a ser discípulos misioneros de Jesucristo en sus ambientes y a no esquivar la directa responsabilidad de “transformar las realidades y la creación de estructuras justas según los criterios del Evangelio”.

El gran desafío de los laicos, según el arzobispo, es afrontar la realidad difícil de la sociedad ‘‘cada vez más violenta y disgregada, desde la fe cristiana de los bautizados en el mundo’’.

Como se ha caracterizado siempre en las diferentes misiones pastorales a lo largo de su obispado, Mons. Adalberto dijo que se pondrá como Iglesia un gran empeño y los esfuerzos necesarios para favorecer espacios para el diálogo entre los actores y sectores de la sociedad, que conduzcan a la paz social por el camino de la justicia y la equidad.


Agradezco al papa Francisco que se haya fijado en este servidor para llamarlo a ser pastor de esta porción del pueblo de Dios.

El obispo ni el cardenal son príncipes de la Iglesia. Por el contrario, están para servir a los demás.
Adalberto Martínez,
arzobispo de Asunción.