Pero además de esta misión, los Apóstoles representan a Cristo mismo y al Padre: el que a vosotros oye a mí me oye, y el que a vosotros desecha a mí me desecha, y el que me rechaza a mí, rechaza al que me envió.
La misión de los Apóstoles quedará unida íntimamente a la misión de Jesús: como el Padre me envió, así también os envío yo. Precisamente será a través de ellos como la misión de Cristo se hará extensiva a todas las naciones y a todos los tiempos. La Iglesia, fundada por Cristo y edificada sobre los Apóstoles, sigue anunciando el mismo mensaje del Señor y realiza su obra en el mundo.
El Papa sobre el tema ha dicho: “La Iglesia es servidora, o dicho de otro modo, y con la palabra que puntúa todo el discurso del Papa durante su viaje, que ella es ‘misionera’”. El cristiano, nos dice el Papa, es un “descentrado” y jugando con las palabras, podríamos decir: un excéntrico. “El centro es Jesucristo, que nos llama y envía. El discípulo está enviado a las periferias existenciales”.
“La pérdida del sentido de la vida, la desintegración personal, la pérdida de la experiencia de pertenecer a un “nido”, la violencia sutil, pero implacable, la ruptura interna y la fractura en las familias, la soledad y el abandono, las divisiones y la incapacidad de amar, de perdonar, de comprender, el veneno interior que hace la vida un infierno, la necesidad de ternura porque uno se siente tan incapaz e infeliz, los intentos fallidos de encontrar respuestas en la droga, en el alcohol, en el sexo se convirtieron en nuevas cárceles...”.
¡Qué bella es la Iglesia cuando es esposa y madre! Bella por la misma belleza de María.
(Del libro Hablar con Dios y la http://arg.puntoscorazon.org/La-Iglesia-segun-el-corazon-del-Papa-Francisco.html)