Como cada año desde la muerte del fundador del Irán contemporáneo, sus seguidores se congregaron en el imponente mausoleo que recuerda su figura en el sur de Teherán en una serie de ceremonias, fundamentalmente religiosas, que arrancaron el jueves y que se realizarán a lo largo de todo el día de hoy.
Precisamente ayer el presidente de Irán, Hasán Rohaní, se dirigió a la multitud congregada en el mausoleo para alabar la figura de Jomeini y recordar que fue él “quien se levantó contra los poderes arrogantes en un período de oscuridad y represión histórica de Irán”.
En ese sentido, el presidente, un clérigo chiíta de tendencia moderada que asumió el poder en 2013 con un programa de apertura del régimen y aproximación a Occidente, indicó que es labor de todos los iraníes “evitar que los sionistas y los poderes arrogantes presenten una imagen falsa y distorsionada de la nación iraní, la Revolución Islámica y la República Islámica”.
Según indicó Rohaní, Jomeini “se levantó contra unos dirigentes que ni respetaban el Corán ni los principios islámicos y su cultura, ni le prestaban oídos a la voluntad y demandas del pueblo”.
“La unidad y la integridad nacional del Irán de hoy se debe a la gran influencia del líder supremo (Jomeini). Hoy tenemos un país tranquilo y estable pese a toda la inestabilidad que hay en la región y en el mundo islámico”, añadió.
El gran ayatolá Jomeini (Jomeín, Irán, 1902) lideró como figura espiritual la oposición a la monarquía de los Pahlavi, a la que, como muchos iraníes, acusaba de corrupta y servil a los intereses extranjeros, particularmente los EEUU.
Tras más de 15 años de exilio, en los que continuó orquestando la oposición al régimen monárquico, el 1 de febrero de 1979 retornó a su país en medio de masivas manifestaciones contra el rey y su gobierno, que finalmente se desmoronó el 11 de febrero de ese año.
Poco después, los iraníes votaron una constitución ideada por Jomeini que establecía la República Islámica, con un sistema de gobierno que mezcla rasgos de democracia representativa con una teocracia chiíta.
Así, Jomeiní se convirtió en el primer líder supremo de Irán, figura político y religiosa cuya palabra es siempre la última en cualquier cuestión pública en el país.
Desde entonces su figura es omnipresente en el país pese a los 27 años transcurridos desde su muerte, y su efigie está presente prácticamente en cada rincón de la República.
Así, todos los centros de trabajo, comercios o lugares públicos están presididos por una fotografía de Jomeiní, que también está presente en todos los billetes emitidos por el Banco Central.