25 abr. 2024

Migrantes latinos reconstruyen la zona devastada por Ian en Florida

Se llaman Jael, Francisco o Juan; son migrantes latinoamericanos y desde hace años viajan de una ciudad a otra de Estados Unidos para reconstruirlas tras cada desastre natural. Estos días están en el suroeste de Florida, devastado a finales de setiembre por el huracán Ian.

Acudieron desde Texas, Luisiana o México para limpiar escombros, derribar casas, levantar paredes o reparar tejados. La mayoría son indocumentados y forman una mano de obra necesaria para la recuperación de Florida, un estado donde el gobernador, Ron DeSantis, ha convertido la lucha contra la inmigración ilegal en un caballo de batalla.

En setiembre, el republicano fletó dos aviones para enviar a 48 venezolanos de Texas a la isla de Martha’s Vineyard, bastión demócrata en la costa noreste del país y lugar de vacaciones para la élite política. Una forma de mostrarle al gobierno de Joe Biden su descontento con la situación migratoria en la frontera con México.

Francisco Rivera, un hondureño de 46 años, lamenta esas políticas, pero eso no le ha impedido viajar hasta Fort Myers, en el suroeste de Florida y uno de los lugares más afectados por Ian, para ofrecer sus dotes de albañil. “El latino es como el corazón de Estados Unidos. Y sin embargo nos detienen al venir aquí, nos tratan cómo quieren”, dice resignado.

Este migrante indocumentado vive desde hace 17 años en Nueva Orleans, en Luisiana, y ya tiene experiencia en la reconstrucción de ciudades tras desastres naturales. Estuvo en Panamá City, en el norte de Florida, cuando el huracán Michael golpeó en 2018 y en LaPlace (Luisiana) tras el huracán Ida en 2021.

mano de obra clave. Rivera no ha tenido suerte este miércoles. Nadie lo ha contratado así que espera bajo el sol, una gorra en la cabeza, sentado en el maletero de su coche.

A su alrededor, una decena de latinoamericanos pasan la tarde como él en el aparcamiento de una tienda de material de bricolaje. Dueños de casas o contratistas acuden cada día a lugares como este en busca de mano de obra desde el paso de Ian.

El trabajo no falta en sitios como Fort Myers Beach. Más de un mes después del huracán, los escombros se amontonan a un lado y otro de las calles de esta ciudad costera donde los vientos arrancaron tejados y fachadas, y el agua inundó numerosas casas.

Hay miles de migrantes trabajando en el suroeste de Florida, cuenta por teléfono Saket Soni, director de la oenegé Resilience Force, que ayuda a estas personas a negociar con sus empleadores y evitar abusos.

Esa mano de obra nómada, compuesta sobre todo por latinoamericanos, es la que “hace posible la recuperación” tras los desastres naturales, dice Soni. “Reconstruyen las casas, las escuelas y los hospitales. Ayudan a recomponer toda la infraestructura rota”.

Para ello, pasan horas trabajando bajo el sol o la lluvia, subiéndose a tejados, entrando en contacto con productos químicos; y durmiendo la mayoría en sus camionetas porque no tiene otro sitio adónde ir, resume Soni.

“Cuando le entramos al trabajo, lo hacemos con ganas y deseo de salir adelante”, dice Jael Cruz, un hondureño de 44 años que ha viajado de Texas a Fort Myers tras la tormenta. “Cuando vienes de uno de nuestros países, vienes con el sueño americano y el sueño americano es el trabajo”, añade.

La situación migratoria de estos trabajadores los convierte a menudo en víctimas de sus empleadores. Son habituales las obras impagadas o con sueldos por debajo de lo prometido, las intimidaciones y las amenazas de llamar a la policía para quienes protestan, alerta el director de Resilience Force.


Acudieron desde Texas, Luisiana o México para limpiar escombros, derribar casas, levantar paredes o reparar tejados. La mayoría son indocumentados y forman una mano de obra necesaria.

Más contenido de esta sección
Las ventas al público en los comercios pyme de Argentina cayeron un 25,5% interanual en febrero pasado, golpeadas por la pérdida de poder adquisitivo de los consumidores a causa de la elevadísima inflación, y acumulan un declive del 27% en el primer bimestre del año, según un informe sectorial difundido este domingo.
El mandatario decidió crear el fondo nacional de alimentación escolar esperando un apoyo total, pues quién se animaría a rechazar un plato de comida para el 100% de los niños escolarizados en el país durante todo el año.
Un gran alivio produjo en los usuarios la noticia de la rescisión del contrato con la empresa Parxin y que inmediatamente se iniciaría el proceso de término de la concesión del estacionamiento tarifado en la ciudad de Asunción. La suspensión no debe ser un elemento de distracción, que nos lleve a olvidar la vergonzosa improvisación con la que se administra la capital; así como tampoco el hecho de que la administración municipal carece de un plan para resolver el tránsito y para dar alternativas de movilidad para la ciudadanía.
Sin educación no habrá un Paraguay con desarrollo, bienestar e igualdad. Por esto, cuando se reclama y exige transparencia absoluta en la gestión de los recursos para la educación, como es el caso de los fondos que provienen de la compensación por la cesión de energía de Itaipú, se trata de una legítima preocupación. Después de más de una década los resultados de la administración del Fonacide son negativos, así como también resalta en esta línea la falta de confianza de la ciudadanía respecto a la gestión de los millonarios recursos.
En el Paraguay, pareciera que los tribunales de sentencia tienen prohibido absolver a los acusados, por lo menos en algunos casos mediáticos. Y, si acaso algunos jueces tienen la osadía de hacerlo, la misma Corte Suprema los manda al frezzer, sacándolos de los juicios más sonados.
Con la impunidad de siempre, de toda la vida, el senador colorado en situación de retiro, Kalé Galaverna dijo el otro día: “Si los políticos no conseguimos cargos para familiares o amigos, somos considerados inútiles. En mi vida política, he conseguido unos cinco mil a seis mil cargos en el Estado...”. El político había justificado así la cuestión del nepotismo, el tema del momento.