La decisión implica que los clientes de las redes sociales (los que pagan para que sus anuncios aparezcan en Facebook o Instagram) ya no podrán seguir lanzando campañas que lleguen únicamente a internautas que se identifiquen como progresistas, por ejemplo, o como católicos, o como miembros del colectivo LGBT, etc.
Estas variables ayudan a los anunciantes a elegir con gran precisión las características demográficas e ideológicas del público al que quieren llegar, pero a su vez pueden contribuir a aumentar la polarización e incluso prestarse a abusos o a usos discriminatorios. “No ha sido una decisión simple y ha requerido poner en la balanza intereses contrapuestos, dado que había argumentos tanto a favor como en contra”, apuntó el vicepresidente de Meta, Graham Mudd. EFE