Vestido con una remera que decía “Aquí, esto es París”, el astro argentino Lionel Messi arribó en la tarde de ayer a la capital francesa, saludó desde un balcón a miles de aficionados que lo recibieron como a un rey del fútbol y luego firmó el contrato que lo ligará al París Saint Germain por dos años más otro renovado opcionalmente, a cambio de USD 47 millones anuales netos, entre todos los beneficios.
Messi pasó el reconocimiento médico en el Hospital Americano de Neuilly, donde acudió también por la tarde. Será presentado ante la prensa hoy, a las 5:00 hora paraguaya, en el Parque de los Príncipes, la casa de su nuevo club.
“De nuevo juntos”, festejó en Instagram Neymar, quien coincidió con Messi en el Barça entre 2013 y 2017, amigo suyo a quien derrotó recientemente en la final de la Copa América de selecciones.
RESPIRO FINANCIERO. La messimanía, de esta manera, se empieza a adueñar de un fútbol francés hasta ahora alicaído por los conflictos económicos de los clubes con la televisión, arrastrados por toda la pandemia. Por de pronto, el traspaso no solo más importante del año sino, al menos, de la década, al mismo tiempo que supone un respiro financiero para el fútbol francés, hiere al fútbol español. “Este fichaje reducirá el valor del Barcelona y aumentará el del PSG. Vale la pena recordar que el valor del club francés era de 1.000 millones antes de fichar a Neymar y Mbappé (en 2017). Hoy está tasado en unos 2.000”, dijo a Efe el economista Vincent Chaudel, especialista en márketing deportivo.
Por ahora, el PSG se mantiene lejos de la cotización, que ronda los 3.000 millones, del Barcelona y el Real Madrid, pero la messimanía llegó para quedarse y crecer.
140 millones en tres años, aproximadamente, ganaría Messi en su estancia en Francia, cuyo fútbol revolucionará.
2.000 millones de euros es el valor del PSG, todavía lejanos a los 3.000 que manejan Barcelona y Real Madrid.