07 jun. 2025

MATRIMONIO GAY ¿LEYES SIN LÍMITES? (I)

Los siguientes relatos son ficticios. No existe intención alguna de ofender ni de crear confrontación, es una forma de libre expresión de mi pensamiento. Esta es la 1ra parte y conviene leer la 2da (o 3ra) para entender la idea.<br/><br/>Era el año 1934 y Pedro tenía 39 años de soltería. Nunca se animó a contar el secreto de su vida. Tenía miedo de todo, de qué dirán sus padres, sus amigos y el resto de la familia. Pero por sobre todo su temor era a la represión social y a las leyes que no lo favorecían. Lo que él soñaba era considerado un delito en esa época, algo antinatural, aberrante. <br/><br/>Pensaba que era injusto no poder ser libre en sus sentimientos y no poder ser tomado como igual como todas las otras personas, poder casarse, poder adoptar niños. <br/><br/>En ocasiones se decía a sí mismo que probablemente estaba mal lo que sentía, que iba contra todas las leyes, contra lo natural. Pero no podía evitarlo. Se imaginaba que tal vez, en un futuro no muy lejano, eso ya no sería algo anormal y que todo el mundo aceptará, que sería una cuestión de “libertad de elección”. <br/><br/>Soñaba con que pudiera expresar sus más profundos sentimientos sin ser discriminado, sin ser señalado, sin ser tratado como un enfermo. No se imaginaba la revolución que sucederá en el mundo con pensamientos similares al suyo. <br/><br/>Las organizaciones internacionales, personas con poder y hasta las mismas leyes, se adecuarían al estilo de vida que Pedro soñaba: la libertad de elegir su sexualidad, poder casarse con personas de su mismo sexo, adoptar niños y hasta formar una familia gay. <br/><br/>Es más, la ley los protegerá tanto que si otra persona no los aceptaba o los padres no querían esa educación para sus hijos, se los demandaba por “discriminación”. Es la realidad actual de distintos países.<br/><br/>Carlos tenía 25 años. Era el año 1988 y acababa de recibirse de ingeniero agrónomo. En su primer trabajo tuvo que realizar recorridos por el interior, fue donde conoció a Rocío. Se enamoró perdidamente de ella, pero ¡¡tenía 13 años!! <br/><br/>Sin embargo su desarrollo físico parecía de una edad superior. Se volvió loco de amor que decidió instalarse en ese pueblito con las excusa de estudiar el suelo de esa región. <br/><br/>Sus compañeros le dijeron que estaba loco. Qué cómo puede dejar tanto esfuerzo de la universidad y arriesgarse así con una menor. Él sabía que si los encontraban le podía ir mal. Conocía las leyes pero de igual forma se arriesgaba a tener relaciones con ella. El estupro era delito. Peor aun, ella ni siquiera alcanzaba la edad para que pueda considerarse estupro. <br/><br/>Era estar con una adolescente, casi una niña todavía. Se acordaba que hace un año atrás, la chica con quien estuvo tenía 15 años, era la empleada de la casa de su abuela. Cuando tenía 20 tuvo su primera experiencia con una de 16. No era la primera vez que estaba con una menor. Pero no se sintió mal en ningún momento porque hacía algo que según él, sale de sus profundos sentimientos. Se imaginaba que deben existir leyes que no restrinjan la libertad de las personas en decisiones personales. Que un adolescente ya puede decidir sobre lo que quiere. Que si ella decide estar con él es su decisión y nadie la puede privar de eso, ni siquiera los padres. Debe tener la libertad de elegir a partir de cierta edad de la adolescencia. <br/><br/>Según estudios que leyó, estaba comprobado que a partir de los 12 años los niños ya empiezan a ser responsables en sus decisiones. Y quizás tenía razón. Décadas más tarde la mayoría de edad iría disminuyendo hasta los 18 años, el matrimonio podía celebrarse a partir de los 16 para el hombre y 14 para la mujer con autorización de un juez. En algunos países piensan que el desarrollo de la autodeterminación del niño hoy en día comienza cada vez más temprano. Tal vez la idea de Carlos llegue a cumplirse en poco tiempo. (Continuará).<br/><br/>Gabriel Ortiz Jacquet<br/><br/>C.I. 4.225.676<br/><br/>