Apoco de cumplir este jueves 15 de agosto su primer año de gestión al frente del Poder Ejecutivo, el presidente Mario Abdo Benítez se ha visto envuelto de manera muy temprana en una grave crisis, que ha dejado golpeado a su Gobierno, al punto de haber estado durante varias horas ante la amenaza cierta de un juicio político. Haber logrado tras arduas negociaciones que ya no exista ese riesgo por el momento no reduce el agitado clima de inestabilidad que se ha instalado en el país desde hace tres semanas.
Tradicionalmente, los aniversarios del 15 de agosto, especialmente del primer año de un presidente, se acostumbran utilizar para hacer balances sobre el periodo de gestión y realizar cambios en el gabinete, como una especie de refundación del Gobierno. En este caso, la expectativa de un amplio sector de la ciudadanía, además de quienes siguen reclamando un juicio político, es mucho mayor tras la gran crisis desatada, en que el propio presidente Abdo Benítez, y aun más el vicepresidente Hugo Velázquez, además de toda una galería de colaboradores han aparecido seriamente involucrados en la firma de un acta bilateral, en forma secreta, con representantes diplomáticos brasileños, para negociar la compra de energía generada por la represa hidroeléctrica binacional Itaipú, en condiciones que han resultado desfavorables al Paraguay.
Ante la indignación generalizada de la ciudadanía, el presidente Abdo Benítez ha demostrado hasta ahora una reacción vacilante y débil. Aunque ha realizado algunos cambios en su equipo de colaboradores, estos no han sido suficientes. Por ejemplo, ante el reclamo de cambiar a todos los consejeros de Itaipú, que ganan altísimos salarios pero no han movido un dedo para proteger los intereses del país en la negociación sobre energía, hasta ahora el jefe de Estado solo ha accedido a cambiar a uno de ellos, reemplazando al político colorado altoparanaense Juan Carlos Barreto por un técnico destacado, el ingeniero Gerardo Blanco. Sin embargo, los demás consejeros, Osvaldo Román Romei, Ángel Aquino, Crescencio Molinas Lugo, Víctor González y Federico González, continúan tranquilamente en sus puestos.
Se espera sobre todo que el jefe de Estado asuma posturas ante la repudiada actuación del vicepresidente Hugo Velázquez, principal presunto involucrado en las negociaciones reveladas para vender energía paraguaya a una empresa vinculada a la familia presidencial brasileña.
El balance negativo recae también sobre la actuación de varios ministros del Ejecutivo. Hay críticas sobre la gestión de Arnoldo Wiens (Obras Públicas), Dany Durand (Urbanismo, Vivienda y Hábitat), Eduardo Petta (Educación), Denis Lichi (Agricultura y Ganadería), Carla Bacigalupo (Trabajo), Joaquín Roa (Emergencia Nacional), Mario Varela (Desarrollo Social) y Benigno López (Hacienda), entre otros. La no remoción de los que no han logrado remontar su gestión solo causará mayor desilusión en la ciudadanía.
Si Marito no realiza cambios drásticos el 15 de agosto, será difícil que pueda recuperar la credibilidad y confianza de la gente. Se trata de cambiar no solo a personas, sino principalmente lograr una manera más firme y eficiente de gobernar.