09 ago. 2025

Manga de locos

El creciente número de adeptos a la historieta y la animación japonesas en Paraguay es un fenómeno común al de otros países, y aunque el mercado local todavía es pequeño, son cada vez más quienes optan por aprender este particular estilo de dibujo.

Muchachos Manga

Iván Moral y Santiago Valdez son dos de los creadores de Mugen, un libro de manga que lleva cinco ediciones publicadas.

Revista Vida

Por Carlos Darío Torres / Fotos: Javier Valdez

Maquillados y vestidos de manera llamativa, ellos sorprenden a quienes no entienden su afición por el manga y el animé, formas japonesas de contar historias a través de dibujos, en formato de cómic o de animación. Entre esos fanáticos, algunos fueron más allá y se han convertido en creadores de personajes cuyas aventuras son volcadas en publicaciones con calidad de exportación. De Paraguay para el mundo.
Para los que llegaron tarde: el manga es la historieta japonesa y el animé es el dibujo animado de origen nipón. Que tengan un nombre que los distingue de sus pares del Noveno Arte del resto del mundo no es casual, pues tienen un estilo propio que los hace reconocibles inmediatamente.
Manga se traduce como garabatos o dibujos caprichosos. En Japón es la palabra que designa a las historietas o cómics en general; pero en Occidente es la denominación específica de la producción japonesa.

Sello propio

La principal diferencia del manga con la historieta occidental es el estilo del dibujo. El dibujante Carlos Argüello Süllow explica que en el cómic japonés se utilizan proporciones parecidas a las del cuerpo humano, las cuales se pueden cambiar como en el tipo Chibi o Súper Deformado (la versión infantil y cabezona de los personajes adultos), donde los rasgos son muy exagerados.
En cuanto a los rasgos faciales, estos son simples, con ojos grandes y coloridos al igual que el cabello; boca y nariz pequeñas, y expresiones algo exageradas a la hora de reflejar los estados de ánimo del personaje.
Estas son solo algunas de las características, las más visibles o las más resaltantes de la historieta japonesa, porque las diferencias con la estadounidense o con la franco-belga, por citar a las más importantes, son más complejas e involucran otros aspectos, tales como el desarrollo de la narrativa visual.
Las características distintivas del cómic japonés y la calidad de sus argumentos y dibujos encontraron en Occidente, principalmente en Europa y en Estados Unidos, a un público ávido por consumir las historietas originarias en la tierra del sol naciente.
El público occidental, incluido el de Sudamérica, ya había tenido un acercamiento a los personajes japoneses gracias a las series animadas Astroboy, Hombre de Acero y Meteoro, que la televisión, todavía en blanco y negro, emitía para la platea infantil.
En cuanto al manga en particular, Argüello considera que Akira, creación de Katsuhiro Otomo, es el que se convirtió en un título histórico por haber sido la obra que hizo que el cómic japonés se introdujera en Occidente. Akira se empezó a publicar en Japón en 1984 y pronto se volvió un best-seller en su país.

Impacto global

Pero fue a raíz de su publicación en Estados Unidos por un sello de Marvel Comics –que se editó también en Europa– que el manga se difundió, cosechando en ambos lugares un éxito insospechado, lo que significó además el primer acercamiento importante del público occidental al cómic japonés y a sus peculiaridades narrativas.
En Paraguay, el primer manga conocido fue la versión en historieta de Ultraman, un personaje que tenía su serie de televisión –con actores reales, no con dibujos animados–, que se emitía en varios países de la región, pero no en el nuestro.
Gracias a la revista argentina Billiken, de amplia distribución en nuestro medio y que publicó las aventuras de Ultraman a comienzos de los 70, los niños paraguayos pudieron conocer la historieta de origen nipón.
Esa primera generación que accedió a los personajes del manga no llegó a separar a la producción japonesa de la del resto del mundo como algo distintivo y digno de culto; ni siquiera los que más adelante se deleitarían con dibujos animados como Heidi, Meteoro o Astroboy –los dos últimos de irrupción tardía en nuestro medio– ni los que se hicieron fanáticos de Mazinger.
Fue con la llegada de la serie Dragon Ball que, se puede decir, nació en Paraguay una afición masiva y perdurable por el manga. Pero Carlos Argüello sostiene que el movimiento actual se inició con los eventos denominados Mack, que se empezaron a realizar en 2007, y que fueron ganando interés con cada evento.

Hecho en Paraguay

José Bordón es otro de los artistas que crea y publica sus trabajos de manga y animé en el país.<br>

José Bordón es otro de los artistas que crea y publica sus trabajos de manga y animé en el país.

Revista Vida

Las series animadas y los festivales que empezaron a llenarse de otakus, aficionados al manga y al animé en particular, y a la cultura japonesa en general, fomentaron el nacimiento de artistas y dibujantes que hicieron del manga el vehículo para desarrollar su vena artística.

Para canalizar esas inquietudes, Art Studium inició el curso de manga en 2005. “En 2015 fue reconocido por el Ministerio de Educación y Cultura la especialidad de Arte Secuencial como carrera técnica, con una duración de tres años, que abarca tanto el cómic occidental como la técnica del manga oriental. Es la única en el medio con título oficial”, destaca su director, Carlos Argüello Süllow.
Santiago Valdez es uno de los jóvenes que pasaron por Art Studium. El gusto por el manga le viene desde la niñez, cuando veía por televisión las series animadas japonesas como Dragon Ball y se ponía a dibujar a sus personajes favoritos. En las clases de dibujo conoció a otros que sentían su misma pasión, y la idea de llevar su talento creativo a una publicación comenzó a entusiasmarlos.
“Hice un curso en Art Studium con otro compañero, Andrés Peralta, quien siempre quiso hacer una revista. Nos juntó a todos los que dibujábamos manga y nos gustó la idea. Eso fue en 2010, y nos encontramos a través de Orkut”, recuerda Santiago.
A Santi y a Andrés se les sumaron Jorge Echaurri e Iván Moral, y así nació hace seis años Mugen, una publicación que contiene manga hecho en Paraguay por paraguayos, con el lenguaje visual y narrativo de la historieta japonesa y con una temática en la que se incluyen, de manera sutil, mitos paraguayos.
Desde 2010 vienen lanzando un número por año, el tiempo que les lleva armar el libro. “Todo se hace en Paraguay; armamos y llevamos a una gráfica equis para que nos imprima. Nosotros somos nuestra editorial”, resalta Iván Moral.
Hay historias que suceden en el país, como Grito de almas, o la inédita que tiene entre sus personajes al Luisón y al Kurupi, “pero sin caer en la repetición de querer vender el mito obsesivamente; la idea es usarlo de una manera en la que todavía no se hizo”, añade Iván. Él creó Kokoro Kokoro Inku, y Peralta, autor de Grito de almas, es también quien dio origen a Vagabond PES, mientras Santiago Valdez es el creador de LAL WAR. Son los títulos más destacados de una iniciativa que llegó a tener a 20 artistas (hoy el plantel lo conforman 13 personas), quienes hacen sus propios guiones y dibujos.
Cada libro viene en un formato parecido al del manga, no solo en lo estético, sino que tienen la particularidad de que las historias deben ser leídas de derecha izquierda, como las publicaciones hechas en Japón.
Para solventar los gastos, los chicos recurren a sus propios bolsillos, y si bien hay un número creciente de fans, todavía no pueden salvar los costos. Los ejemplares se venden hoy a 30.000 guaraníes, pero hubo un fanático que compró a través de Clasipar el primer número –que es muy difícil de conseguir– desembolsando 300.000 guaraníes.
“Queremos llegar al exterior. Pensamos hacer una aplicación para que se pueda descargar al celular. Hacer en formato libro y enviar es una logística muy difícil para nosotros y por eso pensamos usar el medio digital para llegar a mayor público. Ya tenemos pedidos de Chile, Argentina y Brasil; y nuestro libro llegó al Japón”, cuenta Iván.
El futuro parece ser venturoso, y por algo continúa creciendo la cantidad de autores paraguayos de manga, lo que se refleja también en el hecho de que a Art Studium se le sumaron otras academias, como la de Kike Olmedo y La Casona o el Centro Nikkei. Se trata de una locura frente a la que se abre un vasto horizonte creativo.