14 jun. 2025

Mafalda, la niña más respondona, sale a la venta en inglés

El cómic de Mafalda, uno de los más populares en el mundo hispano y que ya ha cumplido 60 años, ha salido a la venta en lengua inglesa en un mundo que ha cambiado mucho desde la época en que vivió aquella niña respondona que odiaba las injusticias tanto como la sopa.

Mafalda, la niña más respondona, sale a la venta en inglés

La traducción del muy particular lenguaje porteño de Mafalda ha sido obra de Frank Wynne.

Foto: EFE.

En la mañana del martes, las cajas con el primer tomo de Mafalda apenas llegaban a las librerías de Manhattan y ocupaban su lugar en los expositores, según pudo comprobar EFE. Salen al mercado al precio de USD 18, una cantidad asequible en un mercado donde los libros rara vez bajan de los USD 25. De momento solo está disponible ese primer tomo, y vienen cuatro más en camino.

La traducción del muy particular lenguaje porteño de Mafalda ha sido obra de Frank Wynne (traductor de Almudena Grandes y de buen número de autores franceses). Wynne sabe de qué habla, o traduce, porque vivió dos años en Buenos Aires, donde se empapó del habla porteña que ha tratado de verter al inglés, aunque confiesa que ha habido algunas bromas imposibles.

En conversación telefónica con EFE, Wynne no duda en poner a Mafalda al nivel de dos obras míticas del género: Peanuts (Snoopy en español) y Calvin y Hobbes. Todas tienen en común que son “libros para adultos”, aunque revistan la apariencia de literatura infantil y la editorial Elsewhere que publica Mafalda en inglés esté especializada en cómic infantil.

“Es una sátira de la sociedad que sigue funcionando hoy”, dice Wynne, y aporta el siguiente ejemplo: “Tal vez no hay una guerra en Vietnam, pero sí hay una en Gaza y otra en Ucrania”, en las que el lector puede reconocer las preocupaciones que obsesionaban a Mafalda.

Una niña que habla con la bola del mundo

Las conversaciones de Mafalda con una maltrecha bola del mundo siguen siendo muy actuales, igual que las viñetas donde sueña ser intérprete en Naciones Unidas y transformar los ataques entre países en educados elogios.

“Mafalda es muy política, con pé minúscula –reflexiona Wynne–, habla de Vietnam, del capitalismo y del comunismo”, y tal vez esa es la razón de que alguna edición pasada en inglés fracasara en un Estados Unidos aún preso de los prejuicios de la Guerra Fría en los años en que se publicó en Argentina, entre 1964 y 1973.

Pero Mafalda es también, o sobre todo, una niña de 6 años con reflexiones ingenuas, amiga de sus amigos, aun cuando sean tan diferentes como la superficial Susanita, el soñador Felipe o el rústico Manolito, hijo del propietario de una bodeguita más reconocible para un latino que para un norteamericano.

Son personajes que han pasado a ser arquetípicos, subraya Wynne, y recuerda que en el Buenos Aires que él conoció era común escuchar “No seás tan Susanita” (tan chismosa, tan clasista).

“Muchas de las bromas son comunes, todo el mundo puede comprenderlas. Es una niña que trata de entender el mundo de los adultos haciendo sin cesar preguntas, y sus padres no siempre tienen respuestas porque son muy complicadas”, dice Wynne, resaltando esa cualidad infantil tan reconocible en cualquier país, en cualquier tiempo.

De hecho, el traductor (de origen irlandés) dice que descubrió a Mafalda cuando vivió en París en los años ochenta y se sorprendió que allí fuera todo un fenómeno literario, lo que demuestra que había salvado océanos de distancia y de diferencias culturales. Descubrió, además, que podía reconocerse en esa niña tan argentina y a la vez tan universal.

Debemos estar en un momento de revival de Mafalda, porque recientemente Netflix anunció que planea una serie de animación dirigida por Juan José Campanella, quien es casi garantía de éxito (Oscar en 2010 por El secreto de sus ojos). Aunque la plataforma no ha dado fechas, se espera su estreno el año próximo.

Cuando una Mafalda con la cara llena de chocolate decía que era una obligación “dar un golpe de Estado a los bombones”, todos entendían de qué hablaba en una Latinoamérica enferma de militarismo. En el Estados Unidos de 2025, quizá también entiendan el guiño de una niña que ya cumplió sesenta años.

Fuente: EFE.

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