Desde que empezó la emergencia sanitaria, “los Papás Noel se quedaron sin trabajo, parados en casa”, dice el actor Limachem Cherem, director de la escuela de Papá Noel de Río. Bajo su comando, cada año, decenas de hombres mayores toman clases de canto, teatro, dicción, expresión corporal, entre otras habilidades esenciales para interpretar a Papá Noel en centros comerciales, hospitales y guarderías cada 25 de diciembre.
Pero la pandemia, que se cobró más de 692.000 vidas en Brasil, obligó a restringir las tradicionales celebraciones navideñas, incluidos los abrazos de los niños a estos simpáticos personajes barbudos.
Durante el parón económico, “conseguimos apenas cinco de nuestros 30 contratos habituales, y los Papás Noel que trabajaron, debieron actuar detrás de un vidrio. Fue muy triste”, asegura.
Por eso, desde el inicio de la crisis sanitaria la escuela empezó a entregar a sus integrantes una canasta navideña de alimentos donados por una empresa.
Es un “mimo”, una retribución simbólica a su generosidad, dice Cherem sobre los Papás Noel, en su mayoría jubilados de bajos ingresos.
“Son una mano de obra que vuelve al mercado para ganar un dinero extra al final del año, para poder comprar regalos para sus nietos, o incluso para pagar las cuentas acumuladas”, afirma.
De acuerdo con la prensa local, el curso fundado por Cherem ya instruyó a unos 1.000 Papás Noel desde su fundación, hace tres décadas.
Para Paulo Roberto Santos, un Papá Noel negro de 63 años de frondosa cabellera y barba canosa, la donación navideña es al mismo tiempo una ayuda y un agradecimiento. “Lo veo como un reconocimiento al trabajo que Papá Noel hace, de llevar alegría a los niños... y también a los adultos. Porque nadie vive sin un pedacito de niñez dentro de sí”, señala.
PAPÁ NOEL PALESTINO. En la Ciudad Vieja de Jerusalén hay decenas de iglesias, pero un único Papá Noel “oficial”: un basquetbolista palestino a quien los niños piden teléfonos móviles a falta de paz.
En diciembre, el centro de Jerusalén –donde se sitúa la Explanada de las Mezquitas, el Muro de los Lamentos y la iglesia del Santo Sepulcro– se llena de luces navideñas rojas y verdes. Y Papá Noel no viene del Polo Norte, sino de aquí y mide 1,90 m. Su nombre es Issa Kassissieh, ex capitán de la selección de baloncesto palestina. “Tenemos varias religiones en Jerusalén. Hay musulmanes, cristianos y judíos. Y personas de todos los horizontes religiosos vienen a visitarme a mi casa”, dice este hombre de 38 años.
Es el caso de Marwa, un niña palestina de ocho años cuya familia es de confesión musulmana. “No soy cristiana, pero me encanta Papá Noel (...) y también tenemos una árbol (de Navidad) en casa”, dice sonriente.
Cuando Kassissieh era niño, su padre ya se disfrazaba de Papá Noel. Hace unos 15 años, encontró el traje y decidió ponérselo.
Desde entonces, el ex deportista estudió en la Santa School de Denver, en Colorado (Estados Unidos), participó en el congreso mundial de Papás Noel en Dinamarca y obtuvo el certificado de la famosa escuela Charles W. Howard, en Michigan (Estados Unidos). También transformó la planta baja de su vivienda familiar en casa del famoso personaje navideño.
Construida hace siete siglos en el barrio cristiano de la Ciudad Vieja, la casa de piedra está decorada con caramelos, guirnaldas y una gran silla para Papa Noel.
Kassissieh es el único Papá Noel en Israel y Jerusalén que haya obtenido este certificado oficial, confirma el ministerio de Turismo de Israel.
Israel anexionó Jerusalén Este, incluyendo la Ciudad Vieja, tras la guerra de los Seis Días en 1967.