Por Clara Patricia Gómez Alvarenga
Mientras escucha música paraguaya, la ceramista Rosa Brítez se toma su tiempo en dar vida a los personajes de la leyenda guaraní. El Luisón, el Kurupi la 12, el Pombero, Tejujagua, Tau y Kerana y el Jasyyatere, entre otros, vuelven a despertar de un largo sueño con sus manos.
Desde los 9 años se dedica al arte manual, habilidad que adquirió dentro de la familia. Se pasa horas enteras en crear imágenes con gusto y pasión. “Me relajo cuando lo hago y hasta me olvido de todo, es tranquilizante, una sensación diferente”, relató.
Tras 55 años de trabajo en cerámica, puede decir que el arte le ha traído muchos beneficios. Conoció países que jamás logró imaginar, como Alemania, Francia, EEUU, Corea, Argentina, Chile y Uruguay, entre otros, gracias a gestiones de la Cancillería nacional.
A su vez, obtuvo varios reconocimientos de parte de la Unesco, así como de siete universidades de Kansas, Estados Unidos, al igual que de otros países adonde fue. “Con el lema Sol y la Luna fui a Kansas para consagrarme como ceramista de América, y de eso hace 18 años atrás”, rememoró feliz.
En sus viajes al exterior se encontró con diferentes tipos de arte en barro y hoy puede admitir que las obras presentan notables diferencias, “por ejemplo, ellos hacen torno en molde y pintura, pero yo no lo hago así, lo fabrico con un pedazo de tacuara, una cuchara, un palito y hoja de naranja y la ayuda de mis manos y nada más”, explicó.
En su casa, ubicada en Itá, tiene su pequeña galería, pero de igual manera viene una vez por semana a la capital “para que la gente sepa y conozca qué es la obra de artesanía, que por cierto tienen que valorarla más. Si me quedo en casa sólo los que se van lo verán ¿pero, y los demás?”, se preguntó con ese afán de querer mostrar al mundo lo que hace con el barro y con la habilidad de sus manos.
Doña Rosa comentó que el pedido de imágenes de la mitología paraguaya aumentó considerablemente, hasta el punto de ocupar su tiempo libre para crearlos.
En base a un libro de mitos antiguos que guarda desde su infancia, cuando apenas empezaba a moldear la arena con los dedos, hoy prepara las figuras más lindas y tradicionales.
Asimismo, doña Rosa es capaz de fabricar mirando fotografías relacionadas al rostro de las personas.
De igual forma, crea jarrones, tortugas, peces, máscaras, y unos 100 tipos de moldes, según mencionó.
La habilidad y la creatividad la han llevado a traspasar las fronteras. Si quiere conocerla vaya a Itá, Km 36, a dos horas de Asunción.