La expresión común de si “crees que la educación es cara, prueba con la ignorancia”, tiene siempre un alto costo y más aún en tiempos de pandemia. Llevo 10 días por Estados Unidos, el país con más víctimas de Covid en el mundo (más de 600 mil) y el de mayor porcentaje de vacunados también; tiene más de 40 millones de habitantes que se resisten a las vacunas a pesar de sus logros extraordinarios. Tienen sus émulos en el Paraguay, con niveles de educación todavía más bajos, pero donde repiten lo mismo que aquí: Que es solo una cuestión experimental, que son víctimas de Soros, Gates y Zuckerberg, quienes colocan un chip para hackear el cerebro lleno de aserrín o de cosas intrascendentes.
EEUU presume de sus grandes logros en materia del conocimiento. De hecho tiene 80 de las mejores 100 universidades del mundo y sus avances científicos son extraordinarios, pero también viven entre los 330 millones de habitantes muchos que presumen abiertamente su necedad y falta total de pensamiento lógico. No hay manera de convencerlos de lo equivocados que están. Lo intenté infructuosamente en Miami, Atlanta, Greenville y Houston. Nada. Los negacionistas, que en este país constituyen una legión, van desde el anarquismo más cerril hasta los que se oponen a las transfusiones sanguíneas, pasando por el rechazo a las vacunas.
La ignorancia es la madre de todos los males humanos. Apenas uno incrementa los conocimientos, las personas se enferman menos. El éxito de la medicina cubana es una combinación de autoritarismo en los barrios con educación primaria básica de calidad. Con eso nomás tienen unos indicadores de salud muy superiores incluso que los de EEUU. En este país donde Houston exhibe en su centro médico lleno de edificios gigantescos y de alta complejidad, hay más de 40 millones sin acceso a la oferta de calidad de sus hospitales. Mezcla de codicia y de interés de grupos, también exhiben ignorancia de sus élites que con lo poco que movió Obama con su programa sanitario tuvo que cargar el sanbenito de ser un “comunista” que de tal no tiene nada. Los ignorantes constituyen un serio problema para la humanidad. Incuban odios, son propensos a creer cosas absurdas, votan por los peores, se enferman más y nos hacen a todos la vida miserable. Si solo exhibieran para adentro lo peor que tienen generarían menos daño del que padecemos.
Los ignorantes también llegan al poder aupados por los votos de quienes se identifican con ellos. Dicen que en democracia hay que buscar la solidaridad del rebaño y votan por quienes en su comportamiento zafio, agresivo y tavyron dicen representar a un electorado igual.
Ahora que estamos en periodos eleccionarios hay que reflexionar sobre el daño que hacen los ignorantes al sistema democrático. El costo que tienen para la salud y el impacto dañino que proyectan sobre la sociedad en general es demoledor. Contra ellos solo cabe la vacunación del conocimiento, pero para eso la escuela tiene que volver a ser el centro que proyecte acciones y comportamientos éticos y fundamentados en la recuperación de la familia como factor cohesionador de la sociedad como lo proclama la Constitución pronta a cumplir 29 años el próximo 22 de junio.
La ignorancia también estimula a los pillos y delincuentes que han perdido el pudor para insultar el juego democrático buscando reelecciones presidenciales imposibles y taxativamente prohibidas. La ignorancia nos mata, nos empobrece y nos hunde. Desde los negacionistas hasta los cachafaces electores y electos. Tenemos que vacunarnos contra ellos.