Tras la salida oficial del Reino Unido de la UE el 31 de enero, ambas partes deben emprender el lunes la segunda, y más compleja, fase de negociación: La de su futura relación comercial.
Se trata de alcanzar un acuerdo de libre comercio que Londres desearía fuese tan amplio como el que los 27 tienen, por ejemplo, con Canadá.
Sin embargo, Bruselas, que teme encontrarse con un poderoso competidor desleal a sus puertas, ya advirtió de que el corto periodo de tiempo previsto -Johnson se niega a ampliar el periodo de transición más allá de finales de año- no permitirá alcanzar un acuerdo completo.
El Ejecutivo británico publicó el jueves el documento con sus directrices negociadoras, dos días después de la aprobación por la UE de su propio mandato para unas complejas conversaciones que comenzarán en Bruselas antes de trasladarse a Londres a finales de mes.
En él, a cambio de un amplio acceso al mercado único europeo, los ex socios de Johnson exigen que el Reino Unido respete reglas a largo plazo en materia de subvenciones estatales, derechos laborales, medioambiente o fiscalidad.
OTRA VISIÓN. Pero el Gobierno británico ve las cosas de otro modo: “No negociará ningún acuerdo en el que el Reino Unido no tenga el control de sus propias leyes y de su vida política“, afirman sus directrices, en las que el ejecutivo de Johnson afirma “esperar” que “las líneas generales de un acuerdo” se establezcan en junio.
De lo contrario “el Gobierno tendrá que decidir si la atención del Reino Unido debe desviarse de las negociaciones y centrarse en la continuación de los preparativos” para romper bruscamente los lazos con la UE el 31 de diciembre.
Este anunció bastó para hacer caer la libra un 1% frente al euro. Y llevó a la Comisión Europea, institución que negocia en nombre de la UE, ha subrayar que “ha anticipado la posibilidad” de un fracaso de las negociaciones “y continúa preparándose a ello.”